martes, 20 de enero de 2015

Martes de la segunda semana.

Martes de la segunda semana.
Marcos 2,23-28
"El Hijo del Hombre es también Señor del sábado."
En este texto evangélico de hoy se dirige Jesús a un tema de muy fuerte connotación bíblica y que por ello era tan respetado entre los israelitas: el tema del sábado; en efecto, la observancia del sábado era un elemento clave de la religiosidad de Israel.
En el centro de mensaje de Jesucristo está el hombre, que es el que debe ser clavado; la salvación le vendrá al hombre sobre la base de sus relaciones personales con el Padre celestial, cifradas principalmente en el amor.
La observancia del sábado era ley mosaica, según leemos en la Biblia: "Recuerda el día sábado para santificarlo" (Ex 20,8). La Iglesia Católica ya desde el principio y fundamentándose también en la Biblia (MT 28,1) celebra el día del Señor al sábado , al que ha dado el nombre de "domingo", el día del Señor, llamando así en memoria de la resurrección del Señor, hecho fundamental y básico en la nueva ley.
Así el Concilio Vaticano II advierte: "La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del mismo día de la resurrección de Jesucristo, celebra el misterio pascual cada ocho días en el día que es llamado con razón "día del Señor" o domingo. En este día los fieles deben reunirse a fin de que escuchando la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios....... Por esto el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sean también día de alegría y de liberación del trabajo."
Jesús, dueño de toda la ley antigua, era también dueño de cada parte de ella. Repetidas veces y de un modo consciente, Jesús quebrantó la ley del sábado y, siempre que lo hizo, dio las razones que tubo para ello y ahora advierte y amonesta con seriedad que "el Hijo del Hombre también es Señor del sábado".
Vivencia.
En tu vida cristiana la celebración del domingo debe cobrar un sentido y una importancia nada comunes; su celebración ha de ser una importancia muy notaria. Y eso no precisamente por ser el día del descanso, sino por ser el día del Señor, en el que se reactualiza el misterio pascual de Jesucristo y, en consecuencia, tu propia Pascua. Conviene que te examines sobre el modo en que santificas el día del Señor; si solamente te contentas con asistir a Misa y aun eso apresuradamente y sin mayor participación activa de su parte. ¿No dedicas algún otro momento más a la oración? ¿Reservas algunos minutos por la lectura de algún libro que te pueda ir haciendo profundizar en la fe? ¿Lees en algún momento oportuno (ojalá lo hagas en familia) la sagrada Biblia? El domingo es el día de descanso; pero has de estar convencido de que si el cuerpo descansa cuando no trabaja, el alma se cansa con la inacción y goza en la actividad espiritual.
Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.
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