Martes de la segunda semana.
Marcos 2,23-28
"El Hijo del Hombre es también Señor del sábado."
En
este texto evangélico de hoy se dirige Jesús a un tema de muy fuerte
connotación bíblica y que por ello era tan respetado entre los
israelitas: el tema del sábado; en efecto, la observancia del sábado era
un elemento clave de la religiosidad de Israel.
En
el centro de mensaje de Jesucristo está el hombre, que es el que debe
ser clavado; la salvación le vendrá al hombre sobre la base de sus
relaciones personales con el Padre celestial, cifradas principalmente en
el amor.
La
observancia del sábado era ley mosaica, según leemos en la Biblia:
"Recuerda el día sábado para santificarlo" (Ex 20,8). La Iglesia
Católica ya desde el principio y fundamentándose también en la Biblia
(MT 28,1) celebra el día del Señor al sábado , al que ha dado el nombre
de "domingo", el día del Señor, llamando así en memoria de la
resurrección del Señor, hecho fundamental y básico en la nueva ley.
Así
el Concilio Vaticano II advierte: "La Iglesia, por una tradición
apostólica que trae su origen del mismo día de la resurrección de
Jesucristo, celebra el misterio pascual cada ocho días en el día que es
llamado con razón "día del Señor" o domingo. En este día los fieles
deben reunirse a fin de que escuchando la Palabra de Dios y participando
en la Eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del
Señor Jesús y den gracias a Dios....... Por esto el domingo es la fiesta
primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los
fieles, de modo que sean también día de alegría y de liberación del
trabajo."
Jesús,
dueño de toda la ley antigua, era también dueño de cada parte de ella.
Repetidas veces y de un modo consciente, Jesús quebrantó la ley del
sábado y, siempre que lo hizo, dio las razones que tubo para ello y
ahora advierte y amonesta con seriedad que "el Hijo del Hombre también
es Señor del sábado".
Vivencia.
En
tu vida cristiana la celebración del domingo debe cobrar un sentido y
una importancia nada comunes; su celebración ha de ser una importancia
muy notaria. Y eso no precisamente por ser el día del descanso, sino por
ser el día del Señor, en el que se reactualiza el misterio pascual de
Jesucristo y, en consecuencia, tu propia Pascua. Conviene que te
examines sobre el modo en que santificas el día del Señor; si solamente
te contentas con asistir a Misa y aun eso apresuradamente y sin mayor
participación activa de su parte. ¿No dedicas algún otro momento más a
la oración? ¿Reservas algunos minutos por la lectura de algún libro que
te pueda ir haciendo profundizar en la fe? ¿Lees en algún momento
oportuno (ojalá lo hagas en familia) la sagrada Biblia? El domingo es el
día de descanso; pero has de estar convencido de que si el cuerpo
descansa cuando no trabaja, el alma se cansa con la inacción y goza en
la actividad espiritual.
Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.
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