miércoles, 7 de enero de 2015

7 de enero.

7 de enero.

Mateo 4,12-17.23-25

"Conviértanse, porque el Reino de los cielos está cerca."

La síntesis de la predicación de Jesús es la conversión y el anuncio del Reino de Dios.

El reconocimiento de nuestros extravíos y el arrepentimiento de nuestros pecados es el primer paso para la conversión y el elemento indispensable para la santidad en el camino de la santificación.

Por eso Juan predica la penitencia a los judíos, que se han olvidado de Dios, y por eso también Jesucristo predica la penitencia y la conversión a una vida de santidad. Por eso Jesús ensaña que pretender entrar al Reino de Dios supone cambiar de costumbres por el arrepentimiento.

Aquí "la conversión" (metafonía) es más que el simple arrepentimiento de faltas pasadas; es un cambio radical de conducta; el sentido que en el Evangelio tiene la conversión es de un carácter escatológico, pues se asocia a la inminente venida del Reino de Dios y del Mesías que han de instaurarlo. En la persona de Jesús, Dios toma la iniciativa de la reconciliación y el ofrecimiento del perdón; mas, para que logre su efecto esa iniciativa, es preciso que el hombre, por su parte, abandone el orgullo y consienta en volverse a Dios.

"Jesús recorría toda Galilea.... proclamando la Buena Noticia del Reino."

Jesús aparece aquí, como en tantas ocasiones que nos menciona el Evangelio, recorriendo toda Galilea acompañado por sus discípulos y por otra gente sencilla, que lo seguían atraídos por el magnetismo de su Palabra.

La "Buena Noticia" es el sentido originario de la palabra "Evangelio"; su objeto es la llegada inminente del Reino de Dios. El Evangelio de Dios es universal; se predica a todos los hombres de todos los tiempos y lugares y para todas las circunstancias de la vida. Nada se puede escapar de la influencia del Evangelio. No caigamos en el pernicioso error de querer acomodar el Evangelio a la vida del hombre y del mundo en lugar de acomodar nuestra vida y la del mundo a los cánones del Evangelio.

Vivencia:

No pienses que tú ya no necesitas de "conversión", pues en un momento determinado de tu vida iniciaste tu conversión, diste el primer paso de ella, ahora días tras días debes ir consolidando y perfeccionado esa conversión, ese volverte a Dios para escuchar su Palabra y acomodar tu vida a sus exigencias; eso es lo que el Evangelio llama "cumplir la Palabra de Dios" (Lc 11,28).

De ahí que la Biblia no deba caerse de sus manos, pues ella encontraras la Palabra de Dios, que es la que penetra el corazón del hombre, lo purifica y lo convierte, haciéndolo volverse a Dios.

Que tu conversión sea sincera, pero también profunda; lo será cuando toda la vida se va regida por los principios del Evangelio y hasta el último de tus actos sea iluminado por la Palabra de Dios.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

Los libros de esta colección puedes comprarlos haciendo clic aquí:
www.editorialclaretiana.com.ar  

No hay comentarios:

Publicar un comentario