lunes, 19 de enero de 2015

Lunes de la segunda semana.

Lunes de la segunda semana. Marcos 2,18-22 "Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán." En el Evangelio Jesús habla

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Lunes de la segunda semana.

Marcos 2,18-22

"Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán."

En el Evangelio Jesús habla con suficiente claridad de las leyes del Antiguo Testamento, que con su vendida caducan para iniciar algo nuevo, un Nuevo Testamento, una nueva ley, una nueva vida, algo que requiere un nuevo espíritu, que no puede ser captado ni aceptado por la mentalidad anterior a la que Jesús mismo nos propone.

Ese es el sentido del vino nuevo y del ayuno de los amigos del esposo.

Con la vendida de Jesús ha caducado la Ley vieja, el Antiguo Testamento, y comienza la nueva Ley, el Nuevo Testamento, que va a requerir un nuevo espíritu; caen, pues, las prescripciones antiguas y surge la nueva Ley, que habrá de ser la Ley del amor.

No se puede pertenecer a la nueva ley, queriendo conservar el espíritu antiguo; es necesaria una renovación completa, un espíritu nuevo.

"Nadie pone vino nuevo en odres viejos."

La vida pagana, o según los principios del mundo, es el odre viejo y gastado. La vida cristiana es una nueva vida nueva, con nuevos principios de valoración de las cosas y con nuevos rumbos y nuevas metas por conseguir.

De ahí que pretender ser cristiano, pero siguiendo los principios del mundo, sus normas de conducta y sus costumbres, y aplicando su escala de valores, pretender aparentar un formalismo cristiano, pero una realidad de vida pagana o mundana, es pretender conciliar lo inconciliable o, para expresarnos con el Evangelio, es pretender echar el nuevo vino del Evangelio en el odre viejo de mentalidades y formas de vida ya trasnochadas o envejecidas en la práctica de principios injustos e inmorales.

Ser cristiano es una cosa muy seria, nada fácil y muy comprometida.

Si el mundo se gobierna por el egoísmo, el cristiano sabe que debe amar a su prójimo como a sí mismo.

Si el mundo vive impregnado de malintenciones deseos y aviesas intenciones, el cristiano ha de vivir en una fuerte transparencia de conciencia.

Si en el mundo predomina el amor a la molicie y la sensualidad, el cristiano recuerda que Jesucristo lo exige una vida de abnegación de sí mismo.

Si el mundo se rige por la violencia, el cristiano es gobernado por la paciencia.

El mundo es el odre viejo cargado de pasiones, gastado por sus excesos, roto por sus ambiciones, y el cristiano es el nuevo vino, fuerte y generoso y comprometido, que no puede coartarse, ni limitarse por la estrechez del odre viejo del mundo.

Vivencia.

El Concilio Vaticano II llama la atención de todos los fieles con estas palabras: "Todos los católicos deben tender a la perfección cristiana y, según la condición de cada cual, esforzarse para que la Iglesia, que lleva en su cuerpo la humildad y la mortificación de Jesús, se purifique y se renueve cada día más, hasta que Jesucristo se le presente a sí mismo gloriosa, sin mancha, ni arruga". Vive, pues, el sentido eclesial, la dimensión celestial que tu Bautismo; si el bautismo es el sacramento de la fe, sea tu fe la que te ponga en actitud de vivir tu realidad de la Iglesia: viviendo tu fe, llegarás a ser verdaderamente Iglesia y siendo Iglesia podrás aspirar a la perfección cristiana.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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