sábado, 10 de enero de 2015

10 de enero.

10 de enero.

Lucas 4, 14-22

"El Espíritu del Señor... me ha ungido para anunciar la Buena Noticia a los pobres."

La salvación guarda una relación con la Palabra. Dios mismo en su epifanía es Palabra y se expresa a Sí mismo como tal. La Palabra es constitutiva del acontecimiento de la salvación.

Dios salva porque dice y lo dice porque lo hace. La Palabra de Dios es siempre fecunda, eficiente; dice lo que hace; lo hace porque lo hace.

Tú no puedes menos de hablar de lo que has oído, has sentido y has vivido, ya que Dios quiso que lo oyeras, lo sintieras y lo vivieras no para guardártelo para ti, sino para comunicarlo a los demás; eso es la gracia comunicada o la comunicación de la gracia.

Ya Pablo VI afirmó en su momento: "Es antes todo la misión y la condición de evangelizar de Jesucristo lo que la Iglesia está llamada a continuar."

Tú eres Iglesia y en consecuencia la Iglesia cumplirá su misión de evangelizar a través de ti, por tu intermedio, por tu acción apostólica misionera; que si Cristo envió a su Iglesia a evangelizar el mundo, la Iglesia te envía a ti; la Iglesia no puede fallarle a Jesucristo; tú no puedes fallarle a la Iglesia, pues seria en último termino fallarle a Jesucristo.

"Estaban llenos de admiración por las palabras de gracias que salían de su boca."

No nos extraña que aquella gente sencilla quedara cautivada con las palabras de Jesús; primeramente su mensaje hasta entonces nunca oído, sobre todo para los pobres y los humildes; luego la santidad que trasunta toda la Persona de Jesús.

Así predica Jesús, así evangeliza, así te enseño a ti la forma como debes hacerlo tú: con palabras llenas de bondad, siempre amables y respetuosas, salidas del corazón.

En el trato con los demás procura ser siempre amable y bondoso; no te dejes arrastrar de tus ímpetus, modera tus nervios, suaviza tus palabras y tus expresiones, gradúa el tono de tu voz y todo esto con cualquier persona con la que hables, pero muy en particular con los tuyos, con los que de tu hogar o comunidad, con aquellos con quienes con más frecuencia debes tratar.

Vivencia:

El Evangelio es un mensaje, pero es más bien una vida; por eso el Evangelio debe predicarse con la palabra, pero sobre todo con el testimonio de tu propia vida.

Nunca meditaremos suficientemente aquellos interrogantes que Pablo VI nos propuso a todos: "¿Crees verdaderamente en lo que anuncias? ¿Vives lo que crees? ¿Predicas lo que vives?

Y aun más explícitamente añade: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio, que a los que enseña, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio?.
Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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