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Sábado de la vigésimo primera semana.
Mateo 25,14-30
“Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco…”
Esta
parábola, como la anterior, tienen una misma finalidad y enseñanza:
demostrar a los cristianos la urgente necesidad de producir buenas
obras, pero añadiendo en esta parábola que esas buenas obras deben ser
realizadas proporcionalmente a los dones recibidos, ya que los talentos
designan aquí la capacidad de hacer buenas obras.
Justamente
el que ha recibido un solo talento es el que no lo hace fructificar;
actitud de aquellos que, pretextando su escasa capacidad, no hacen
ningún esfuerzo por su mejoramiento espiritual y su adelanto en la
virtud.
Lo
que Dios te pide ordinariamente es la fidelidad en lo poco; las cosas
grandes son aisladas y solamente se presentan en ocasiones; los casos
raros, las acciones de reverencia, los actos heroicos no se te piden a
diario, sino en muy raras ocasiones.
En
cambio todos los días se te presentan las ocasiones en las que debes
guardar fidelidad en las cosas más sencillas, en esas cosas que
indefectiblemente debes realizar, pero que en Señor espera y te pide que
las realices con fidelidad a Él, a su voluntad divina, que las realices
en conformidad con el plan que el Señor tiene sobre ti.
Solamente
serás bueno, si eres fiel y si eres fiel en esas cosas pequeñas y aun
insignificantes; solamente serás bueno cuando seas fiel en todo sin
hacer distinción entre si es importante o no lo que haces, ya que no
debes guardar fidelidad porque sea o no sea importante, sino que es la
voluntad de Dios.
Esa debe ser la única razón de tu fidelidad: la adhesión a la voluntad de Dios.
“Te encargaré de mucho más”, expresa la importancia de la recompensa.
“Al
que tiene se le dará y tendrá de más”, expresa la serenidad de la
responsabilidad y esto es de elemental justicia; indudablemente tú estás
entre esos a quienes Dios les ha dado mucho; en consecuencia, Dios te
pedirá cuenta de todo eso que ha depositado en ti.
Dios
te constituirá sobre lo mucho; por lo poco que tú le hayas podido
ofrecer, Dios hará en ti grandes cosas, como las que hizo en la
humildísima Virgencita de Nazaret.
Es
Dios maravilloso en la generosidad con responde a los que se le
entregan; Él nunca se deja ganar en generosidad y San Pablo dice que
nunca “el ojo vio, ni el oído oyó, ni la mente humana pudo pensar
aquello que Dios tiene reservado para los que lo aman” (1 Cor 2,9.
“A todo el que tiene se le dará y tendrá de más.”
La
gracia de Dios que se derrama en nuestro espíritu no es una gracia
estática, sino dinámica; no es posible que desconozcas esa dinámica o es
fuerza que tiene la gracia de por sí tiende a su desarrollo, tiende a
la actividad, al crecimiento y a la definición de sí misma.
Por
eso dice el Señor: “Al que tiene se le dará”, porque al tener la
gracia, tiene en sí la potencialidad para aumentar esa gracia y cuanta
más gracia tenga, mayor potencialidad se le concede.
Dios
es el que santifica, Dios es el que potencia para la santificación,
Dios es el que eleva al hombre al plano sobrenatural de la gracia cada
vez con mayor generosidad y entrega.
Y
el Señor Jesús no solamente dice: “A todo el que tiene se le dará”,
sino que también añade: “y tendrá de más”; si lo sobra, podrá dar a los
demás y ésa es otra característica de la gracia: impulsa a la
transmisión de la misma gracia a cuantos nos rodean; de ahí que si tú
vives plenamente la gracia no tardarás en sentir que estás llamado a
comunicar la gracia a los demás hijos de Dios; porque la gracia tiene
que a semejarse e identificarnos a todos en el Corazón de Dios.
Vivencia:
Pide
siempre al Señor la gracia y pídele que le vivas intensidad y en
continuo aumento de y pídele que posibilite la transmisión de la gracia a
tus prójimos.
También
debes pedir continuamente al Señor la fidelidad a Él; Dios tiene sobre
ti un plan que se orienta a tu salvación y a tu santificación, un plan
que ha sido ideado por el amor de Dios hacia ti y que ha sido insertado
en tu vida, para que tu vida se desarrolle en conformidad con ese plan
de Dios.
Toma
como meta de tus esfuerzos cristianos de cada día el ir siendo cada vez
más fiel al Señor; sea ése el ideal de tu vida cristiana; no te
arredres; piensa si tú puedes asumir como el lema aquel: “Siempre más y
siempre mejor”, refiriéndose a la finalidad que debes al Señor; no
tengas ningún reparo en aceptarlo.
Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.
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