martes, 11 de noviembre de 2014

Martes de la trigésimo segunda semana.

Martes de la trigésimo segunda semana.

Lucas 17,7-10

"Somos servidores inútiles; no hemos hecho más que lo que debíamos hacer."

Con frecuencia sueles pensar y decir: "Soy libre para hacer el bien o el mal"; y esto puede ser ambiguo; eres libre psicológicamente para dedicarte por el bien o por el mal; no hay en ti ninguna fuerza, oculta o manifiesta, que te impida decidirte, si te decides por el bien o por el mal, eres tú el único responsable y te decides, porque quieres hacerlo, no porque alguien o algo te presione, te empuje, te esfuerce.

Psicológicamente hablando eres libre y allí reside tu gran responsabilidad: en saber usar cuerda y prudentemente de esa tu actividad.

Pero moralmente no eres libre en manera alguna, para hacer lo que a ti te plazca o te parezca; moralmente estás obligado a hacer el bien y evitar el mal. De tal forma que si no lo haces, asumes responsabilidad del mal realizado o del bien dejado de realizar.

Cuando haces el bien, no haces otra cosa sino lo que debías hacer; cuando obras bien, eres simplemente un ser normal y coherente, mientras cuando realizas el mal, realizas algo incoherente por realizar algo indebido, eres como una maquina que funciona al reces.

¿Verdad que no te extrañas de que el sol brille, la lluvia moje, la tierra produzca plantas y flores, los árboles del fruto, el fuego queme, el hielo enfríe? Tampoco debes extrañarte si realizas el bien, porque ése debe ser tu afecto, tu producto, tu fruto, tu acción.

Deduce, por tanto, el trastorno que se sigue en el mundo, si tú no obras el bien e imaginate qué seria si los demás tampoco lo hicieron; este mundo se convertiría en tierra sin plantas, fuego sin luz y sin calor, sol pagado, árbol sin fruto, algo sin vida, algo muerto.

Jesús no vino, solo a darnos el ejemplo del servicio, según leemos en Mateo 10,43-45: "El Hijo del Hombre no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por la multitud"; así entre los seguidores del Señor "el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será el servidor de todos."

Esto está dicho por Jesús, para que sus discípulos nunca cesen ni se tomen descanso en la creencia de que ya han trabajado lo suficiente, tentación que muy bien les puede acechar.

El apóstol debe tener siempre ante su consideración aquella frase: "Somos servidores inútiles", para vivir persuadido de que en el orden del apostolado nada es del apóstol, a no ser los defectos y limitaciones, y en cambio todo lo bueno es de Dios y viene de Dios, según nos los advierte San Pablo: "Ni el que planta, ni el que riega valen algo, sino Dios que hace crecer" (1 Cor 3,7).

Vivencia:

Pío XII con su habitual clarividencia que tenia al cansancio de los buenos, que no al la misma actividad de los malos.

Examínate bien, para ver si has decaído de tu primitivo fervor; quizás en un tiempo fuiste activo dirigente en tal o cual Movimiento de apostolado y ahora te hallas perdido.

Sí, ya lo sé y no necesito que me lo digas: encuentras muchas razones de orden personal y publico para justificarte de ese abandono; pero tampoco son claros pretextos para camuflar tu falta de entrega y generosidad al apostolado; no necesitas que nadie te lo recuerde, o que trate de convencerte de ello, pues tu conciencia te habla con suficiente claridad y convicción.

Si Jesús llama "siervo inútil" al que ha hecho lo que debía hacer, ¿cómo piensas que llamará a ti, tú no has hecho ni la mitad de los que podías hacer? Porque si podías hacerlo, debías hacerlo y si debías hacerlo y no lo hiciste, ya estás en deuda con el Señor y con tu prójimo

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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