lunes, 3 de noviembre de 2014

Lunes de la trigésima primera semana.


Pan y Vida se fundó para llevar consuelo, alivio, en tantos momentos difíciles que pasamos a diario ayúdenos a seguir http://bit.ly/1uVrtQZ

Lunes de la trigésima primera semana.

Lucas 14,12-14

"No sea que te inviten a su vez y tengas ya tu recompensa."

También este breve discurso del Señor debe interpretarse espiritualmente y no de una manera literal. La lección central está en que se debe hacer el bien sin mirar las ventajas temporales, buscando sólo la ventaja eterna en el día de la resurrección de los justos.

El discípulo de Jesús no debe alejarse mover en sus actos por el egoísmo, no debe buscar la recompensa de sus servicios, no debe obrar movido por fines terrenos, sino siempre tener elevado su corazón a las cosas de arriba, es decir, debe obrar por motivos sobrenaturales, en último termino debe obrar siempre movido por Dios.

Si en esos actos busca una recompensa de orden terreno o material, ya quedará suficientemente pagado cuando reciba lo que pretendía; pero en si en lo que hace buscar siempre a Dios, su recompensa será Dios, ya que lo buscó; y esta recompensa de Dios es la que tiene valor definitivo y solamente así: obrando entre los hombres, pero buscando a Dios, es como el discípulo de Jesucristo se hace para el mundo sacramento de Dios, signo de amor que Dios tiene a todos los hombres.

El cristianismo tiene como nervio la donación de sí mismo a los otros, a imitación de cómo Jesucristo se entregó por nosotros y se entregó hasta la muerte de cruz.

Sólo el Padre es recompensa cabal para el servicio desinteresado del discípulo de Jesús; tú que eres discípulo, que quieres llega a serlo de un modo perfecto, debes proponerte esa meta.

"Tendrás tus recompensas en la resurrección de los justos."

En el mundo que nos ha tocado vivir no es extraño encontrarnos con mentalidades materialistas y utilitarias; hoy solamente se aprecia lo que tare alguna utilidad o conveniencia, algún ingreso, algún aumento de bienes y se procura lo que de algún modo nos puede ser de utilidad material.

En cambio Jesús nos enseña que los bienes del otro mundo son más estimables que los de éste y que en consecuencia en nuestros actos no debemos buscar tanto la recompensa en el orden material, cuanto obrar por el Reino de los cielos y por sus valores.

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos deja constancia de aquella frase que San Pablo atribuye al Señor Jesús, aunque no ha sido conservada por ninguno de los evangelistas: "De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe socorrer a los débiles, y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús: La felicidad está más en dar que recibir" (Hech 20-35).

Vivencia:

El apostól Pablo te da una clara lección de cómo debe ser tu obra; dice él: "Me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunas, y todo esto, lo hago por el Evangelio, para que la Buena Noticia me aproveche también a mí." (1 Cor.9,22-23).

Ese debería ser el móvil de todos los actos: tu propia salvación y la salvación de todos los demás; examina tu conciencia, para ver si algo debes hacer en este punto. No por muy viejo y conocido deja de tener vigencia aquel adagio:

"Al final de la jornada

aquel que se salva, sabe

y el que no, no sabe nada."

Es la gran ciencia: la ciencia de la salvación; es el gran problema, es el asunto trascendental que da sentido a todo lo demás: "¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar al hombre a cambio de su vida" (Mt16,26).

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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