miércoles, 26 de noviembre de 2014

Jueves de la trigésimo cuarta semana.

Jueves de la trigésimo cuarta semana. Lucas 21,20-28 "Verán al Hijo del Hombre....lleno de poder y de gloria." Sigue el ambiente litúrgico con los

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Jueves de la trigésimo cuarta semana.

Lucas 21,20-28

"Verán al Hijo del Hombre....lleno de poder y de gloria."

Sigue el ambiente litúrgico con los elementos que se refiere al final de los tiempos y a sus más diversas manifestaciones; llama la atención la insistencia de la liturgia de estos días en la idea del final del mundo y de las calamidades que la habrán de proceder.

Hoy se toma Jerusalén, pisoteada por sus enemigos, cerca de los ejércitos adversarios, como índice de los que habrá de suceder al final de los tiempos.

Jerusalén sucumbe como consecuencia de su pecado. Esta destrucción, como todas las catástrofes históricas, además de ser un suceso social y político, es un acontecimiento religioso.

La ciudad santa sucumbe victima de su pecado, de haber rechazado la salvación que se le ofrecía en Jesús....Ante la vendida de Hijo del Hombre, que se hará la actitud del incrédulo, el gozo será la herencia del creyente. Para éste se acerca la salvación; se toca ya la esperanza.

El creyente irá con la cabeza erguida, rebosante de gozo el corazón, al encuentro de su Señor a quien ha amado, por quien ha vivido, a quien a creído, al que anhelante ha estado toda la vida esperando.

Si bien la vida terrena de Jesús fue una vida toda llena de sufrimientos, humillaciones y persecuciones, no fue eso lo definitivo; ahora triunfa glorioso en los cielos al lado del Padre.

Pero vendrá el día universal en el que vendrá Jesús glorioso y triunfante de todos los enemigos y vendrá para humillación y castigo de todos de éstos y para consuelo y alegría de sus fieles discípulos.

Porque Jesús por su Muerte y Resurrección triunfó de la muerte y del pecado, de la injusticia y la tiranía, y triunfó para sí y para sus discípulos.

Estos imitaron durante la vida en los sufrimientos, en las humillaciones y persecuciones, en el dolor y la cruz; justo es que luego lo imiten también en la resurrección, en la gloria, en el triunfo, en la victoria.

"Tengan animo...porque se acerca la liberación."

El tiempo de Adviento es un tiempo de preparación para la venida del Salvador y nos recuerda también aquella larga serie de siglos que transcurrieron desde la caída de Adán hasta la venida de Jesucristo.

Dios no quiso enviar al Salvador inmediatamente después de la caída, para el hombre pudiera hacer la amarga experiencia del pecado, para que sintiera más intensamente la necesidad del Redentor y para que supiera por su venida; y en esa larga espera fue disponiendo a la humanidad por medio del pueblo judío con profecías y promesas cada vez más claras y precisas.

Aunque lejano y brumoso, el día del juicio se nos presenta como algo terrible, pero al mismo tiempo podemos olvidar el aspecto de esperanza y alegría que constituye la entraña de este articulo de la fe.

No nos juzgara un extraño, sino el que hemos conocido en la fe. No saldrá a nuestro encuentro el juez totalmente otro, sino uno de los nuestros, el que conoce íntimamente al ser humano. porque lo experimentó. Sobre el juicio se alza, pues, la aurora de la esperanza.

Vivencia:

Si sabes que en este mundo estás en la etapa de la prueba y del merito, no debes nunca dejarte aplastar, o desanimarte por la humillación.

Levanta tu vista y clávala de este Jesucristo resucitado y triunfante, que un día vendrá todo revestido de gloria y majestad para premiar a los suyos, a los que lo siguieron, a los que imitaron en el sufrimiento y que entonces lo deberán imitar en la gloria y en la luz.

Por eso el cristiano es el hombre de la esperanza; sabe que pase lo que pase y aunque parezca largo pesado el tiempo de la prueba, el final será siempre indefectiblemente la gloria, la resurrección, la luz, la paz, la felicidad interminable.

En la vida del cristiano, en tu vida, siempre debe brillar una estrella de esperanza, allá en el lejano horizonte, en la lontananza; estrella que, a medida que vas acercándote al termino de tus días terrenos, va cobrando nitidez y se va viendo cada vez más hermosa y más brillante.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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