jueves, 19 de febrero de 2015

Viernes después de Ceniza.

Viernes después de Ceniza. Mateo 9,14-15 "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes, mientras el esposo está con ellos?" Aquí el Evangelio

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Viernes después de Ceniza.

Mateo 9,14-15

"¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes, mientras el esposo está con ellos?"

Aquí el Evangelio toma una de las costumbres del tiempo de Jesús; los fariseos eran muy estrictos y exigentes en el cumplimiento del ayuno e n su formalismo exterior, pero sin las disposiciones internas, que son las que dan el sentido religioso a aquel ritualismo; hacia ayunar a sus estómagos, pero no ayudaban en sus corazones.

Denuncia violenta del formalismo religioso. El Pueblo acude a Dios, lo consulta, lo invoca, gurda el ayuno prescripto. Pero todo lo realiza sin espíritu, sin comprometer el corazón. Las practicas piadosas son expresión del egoísmo del espíritu; el pecado domina el fondo del corazón.

La penitencia que Dios quiere, la única que tiene sentido, es aquella que se traduce en servicio a los hombres: liberarlos de la opción, del hambre, del frío, de la desnudez. El prójimo necesitado es un hermano; sólo así Dios escucha la oración, salva al hombre, loa coge y le regala su presencia. Jesús recoge la denuncia profética del formalismo religioso.

En este texto se nos habla del ayuno en concreto, pero todo el contexto exige una interiorización religiosas según el espíritu.

Y hay otra afirmación también muy propia de este tiempo de Cuaresma. La Cuaresma nos exige la practica del ayuno corporal, pero, sobre todo, el ayuno de Dios nos pide es una total conversión en obras y no sólo en palabras y ritos externos, esa conversión es la que va a producir en nosotros la más profunda alegría, la satisfacción más intima y permanente.

Teniendo a Cristo con nosotros, viviendo con Dios en nosotros, sintiendo en nuestro corazón la presencia de Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nafa hay que sea capaz de hacernos perder el gusto de esa presencia de Dios en nosotros; nada ni nadie existe que pueda robarnos la paz en el corazón. Por la gracia de Dios vive en nosotros; mantener esa gracia en nosotros será el fundamento de nuestra felicidad no sólo en la otra vida, sino también en esta vida terrena.

Vivencia:

Es bastante frecuente en la Sagrada Biblia encontrar la imagen do comparación de las bodas, para expresar el Reino de Dios.

El manjar que en este banquete de bodas ofrece es el mismo Cristo; por eso gozando del amor de Cristo no podemos estar tristes, vivir apesadumbrados; el amor es alegría, porque el amor es felicidad.

Amemos, pues, a Dios de todo corazón; que no haya en tu vida ni un solo instante, ni una sola circunstancias en que no vivas el amor de Cristo. Él te ama en todo momento y en todas las circunstancias; ámalo tú sin restricciones, sin excepciones, sin limitaciones; no olvides que la medida del amor es amar sin medida.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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