miércoles, 4 de febrero de 2015

Jueves de la cuarta semana.

Jueves de la cuarta semana. Marcos 6,7-13 "Los envió de dos en dos." Los apóstoles sólo tienen una fuerza: la fuerza del Espíritu Santo; pero el Es

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Jueves de la cuarta semana.

Marcos 6,7-13

"Los envió de dos en dos."

Los apóstoles sólo tienen una fuerza: la fuerza del Espíritu Santo; pero el Espíritu no queda ligado a unos hombres, o a un lugar; por eso el Señor envía a sus apóstoles a otros lugares , a otros oyentes, para que también allí a ellos se les dé a conocer el mensaje de salvación, la Buena Noticia del Evangelio.

Los apóstoles son enviados por Jesús de dos en dos, marcando así la iniciación de la misión apostólica, de la gesta salvadora.

El apóstol de Jesucristo es un enviado por Él y su Espíritu; pero el enviado es como una prolongación del que lo envía; por eso el apóstol es una prolongación y una actualización de Jesucristo, es Jesucristo ahora, Jesucristo aquí, Jesucristo para mí y para todos los hombres.

Además el enviado viene con los poderes que le confiere el que lo envía; el apóstol viene con los poderes de Jesús de los que participa en razón de su misión.

Esta reflexión debe animarte: cada vez que obras o te presentas como apóstol de Jesús, eres participe de los poderes de Jesús; no te fijes, pues en ti, en tus cualidades o defectos, en tu preparación o en tu cultura; anímate a obrar, pues estás en lugar de Jesucristo y si las palabras son tuyas, el espíritu que llevan esas palabras es el Espíritu de Jesucristo con todos sus carismas.

Y cuando tu obra apostólica no ha producido el efecto esperado de la evangelización, examina si quizás se deba al hecho de que no te has presentado como enviado de Jesús, o con las rasgos con los que el mundo sabrá descubrir a los verdaderos enviados de Jesús.

"Fueron a predicar, exhortando a la conversión."

Los apóstoles enviados por Jesús no tenían más que un solo tema de su predicación: la conversión.

Jesús ha venido para eso, para conseguir la conversión de todos los hombres; Jesús busca la conversión no solamente de aquella gente que podía escuchar sus palabras; envía sus apóstoles a los hombres que estaban lejos, a los que no podían llegar la voz del Maestro.

La Iglesia de Dios ha tenido siempre muy presente esta actividad de Jesús y así ha enviado siempre sus mejores misioneros a los países de misiones, donde todavía no se ha proclamado el Kerigma cristiano.

Si queremos volver a las fuentes, nos encontraremos con un Jesucristo viajero y con unos apóstoles que recorrían los lugares cercanos y alejados, predicando siempre y a todos la conversión.

La Iglesia enviada a evangelizar; no es una acomodadora de los que vienen, sino una misionera, enviada a buscar las ovejas que se apartaron del redil, o que nunca pertenecieron a él porque lo desconocieron.

Vivencia:

Cuando Pedro predica por primera vez la resurrección del Señor Jesús, los oyentes, compungidos y tocados sus corazones por el Espíritu de Dios, le preguntan: "¿Qué debemos hacer?" Y Pedro les contestó: "Conviértanse". Luego cada uno de los grandes discursos apostólicos concluye con un llamamiento a la conversión, para conseguir el perdón de los pecados, según claramente lo dice el mismo apóstol Pedro: "Hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados" (Hech 3,19).

La conversión lleva consigo el alejamiento del pecado y el acercamiento al Señor por la vida de gracia; tu conversión no debe ser considerada como un acto que se realiza en determinado momento, sino que debes ir repartiéndolo todos los días y consiguiéndolo poco a poco, esfuerzo tras esfuerzo.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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