Martes de la tercera semana de Aviento.
Mateo 21,28-32
"Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo se han arrepentido, ni han creído en Él."
Este texto evangélico puede conocerse como el Evangelio de la contradicción en punto a la conversión.
En
efecto se nos presenta en primer lugar a los publícanos, publícanos
pecadores, y a las hijas del placer, que primeramente habían rechazado
el Reino de Dios, pero luego, al oír las palabras salvadoras de Jesús,
cambiaron su vida y al adherirse a la Palabra de Jesús, que es palabra
de salvación y de santificación, se hicieron dignos de entrar en el
Reino.
En
cambio, los jefes de los judíos pertrechados en su aparente fidelidad
exterior a las precisiones de la ley, rechazaron las palabras de Jesús,
que les exige una autentica, verdadera e intima empieza de conciencia; y
con ese rechazo de la Palabra salvadora, rechazaron la entrada en el
cielo.
Por
eso afirma Jesús: "Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y
no creyeron en él, mientras que los publícanos y las prostitutas
creyeron en él" (Mt 21,32). Si Juan vino por el camino de la justicia,
que procura la fiel observancia de la ley, no podían reprocharle ninguna
invocación; Juan, en efecto, predicaba únicamente la penitencia.
Ahora
bien, los fariseos no solamente no creyeron en Juan el predicador, ni
siquiera hicieron caso del ejemplo que les habían dado a los
predicadores al convertirse. Qué cosa terrible ha de ser endurecerse en
el pecado, de suerte que ya nada puede moverlos de esa posición; pide a
Dios por ti que nunca llegues a esos extremos, que por cierto son
desastrosos para el espíritu.
Pero
fíate que este texto nos habla de quienes dicen y no hacen, y de estos
tampoco es el Reino de Dios; es que otros cristianos quieran
comprometerse, pero sirviendo simultáneamente a dos señores, a Dios y el
dinero: "Nadie puede servir a dos señores, no puede servir a Dios y al
dinero" (Mt 6,24).
Añade
Jesús aquella afirmación: "Los publícanos y las prostitutas lleguen
antes que ustedes al Reino de Dios", con lo que nos advierte con
claridad que no puede una persona haya sido pecadora en su tiempo, puede
dudar de su salvación; más aun, la humillación que sigue a su pecado la
hace más apta para disponerse a entrar en la salvación.
Vivencia:
Dice
el Evangelio que "Juan vino a ustedes por el camino de la justicia",
hebraísmo que quiere indicar que Juan practicada y predicaba esa
conformidad con la voluntad de Dios, que hace justo al hombre.
De
ti también se debe poder decir que vas por el camino de la justicia,
que en sentido bíblico se entiende por la santidad; ser justo es dar a
cada uno lo que le corresponde comenzando por el primero que tiene el
derecho a toda justicia, que es Dios, y ser santo no es otra cosa que
dar y darse enteramente a Dios y al prójimo con un amor sincero y
sentido.
Que
no se pueda afirmar de ti que no te has arrepentido, que no has
cambiado de vida, que no te has santificado a pesar de tantos medios
como Dios ha puesto a tu alcance.
Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.
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