lunes, 8 de diciembre de 2014

Martes de la segunda semana de Adviento.

Martes de la segunda semana de Adviento. Mateo 18,12-14 "Y si llegan a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y n

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Martes de la segunda semana de Adviento.

Mateo 18,12-14

"Y si llegan a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que se extraviaron."

Esta sencilla parábola tiene una doble finalidad: probar la misericordia de Dios para con los pecadores, y por eso la pone aquí la liturgia, después de la curación del paralítico, al que además de devolvérsele la salud, se le perdona sus pecados (Lc 15,4-7); por aquí San Mateo la trae para demostrar el amor que tiene particularmente a los pequeños, a quienes puede extraviar el escándalo.

La afirmación que se hace aquí no quiere decir el buen pastor ame a la oveja descarriada más que a las noventa y nueve que permanecieron junto a Él, sino que en aquel momento de recuperarla por ese motivo particular experimenta un gozo y alegría, que no siente por las otras. El gozo de tener a las noventa y nueve siempre consigo es habitual, mientras que el que la encuentra es tanto mayor, cuanto más grande fue su tristeza que se había extraviado.

Pero también sucede a menudo que los arrepentimientos aventajaban luego a muchos, que siempre fueron justos, si bien como advierte San Gregorio Magno: "No se ha de olvidar que hay muchos justos cuya vida son ya causa en el cielo una alegría superior a la que puede producir la conversión de cualquier pecador".

"No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de sus pequeños."

Con la expresión "estos pequeños" no se refiere aquí tanto a los niños, cuanto a los sencillos, los humildes, los de poca relevancia en el mundo.

Jesucristo dice que el Reino de Dios es para todos, también para aquellos a quienes se considera pecadores. Todos pueden salvarse con tal de que no pongan resistencia al llamamiento de Dios. Es Él quien los busca, Él quien los ayuda con su gracia, Él quien los lleva en su corazón.

"Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2,4).

Esto debe producir en ti sentimientos de profunda confianza en la bondad de Dios, por todos los medios busca tu salvación.

Vivencia:

Cuando uno se aleja de Dios por el pecado, el Señor no abandona; lo sigue con sus inspiraciones y con su gracia con tanto interés; que parece que se olvidad de sus fieles para no atender más a la que salvación de aquel hijo suyo que está en peligro de perderse.

Si Dios tiene tanto interés en tu salvación personal, también tú debes poner todo empeño en asegurar tu propia salvación, alejándote de todo pecado que te haga perder la gracia y practicando toda clase de obras; que te acerquen a Dios, y te hagan merecer de que Dios derrame sobre ti su infinita misericordia.

Ruégale a Dios, "que salve a los rectos de corazón" (Sal 7,11, que te conceda la gracia de la salvación.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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