martes, 10 de marzo de 2015

Miércoles de la tercera semana de Cuaresma.

Miércoles de la tercera semana de Cuaresma. Mateo 6,17-19 "No piensen que vine a abolir la Ley a los Profetas: yo no he venido a abolir sino a dar c

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Miércoles de la tercera semana de Cuaresma.

Mateo 6,17-19

"No piensen que vine a abolir la Ley a los Profetas: yo no he venido a abolir sino a dar cumplimiento."

Jesús no viene a destruir la ley, ni a consagrarla como intangible, sino a darle con su enseñanza y su modo de actuar una forma nueva y definitiva, en la que por fin se realiza en plenitud aquello hacia lo que la ley conducía.

El amor en que ya se resumía la ley antigua, pasa a ser el mandamiento nuevo de Jesús (Jn 13,34), y cumple toda la ley.

Los Rabinos distinguen la Biblia en tres partes fijas: la Ley , los Profetas y los Escritos; en este pasaje Jesús afirma que Él no ha venido a anular los valores normativos del Antiguo Testamento -La Ley y los Profetas- sino para hacer posible su plena realización en la novedad del Evangelio.

No es que la Ley de Moisés y la Ley evangélica sean dos leyes opuestas entre sí; son más bien una sola ley: la ley de Dios al hombre en dos etapas; la segunda etapa es e complementación y perfeccionamiento de la primera, pues el Antiguo Testamento era también una preparación del Nuevo Testamento.

Ciertos ritualismos externos o manifestaciones del Antiguo Testamento no serán obligatorias en el Nuevo, ya que Jesús mismo rectificó el criterio de servir a Dios meramente con lo exterior y repetidamente nos insistió en que hay que adorar a Dios más bien en espíritu y en verdad.

"El que cumpla el más pequeño de los mandamientos y los enseñe, será considerado grande en los Reino de los Cielos."

Pero no se piense que no es necesario el cumplimiento externo de la ley; aquellos ritualismos exteriores de la ley mosaica no nos obligaran, ya que nosotros no somos israelitas, pero sí nos obliga la observancia de ley evangélica en su interior y su exterior, pues somos cristianos.

Jesús afirma que la ley se debe cumplir hasta en sus preceptos a primera vista insignificantes; haciendo esto, llegaremos a ser "grandes en el Reino de los cielos."

La perfección consistirá, pues, en la observancia del Evangelio y en el modo de observarlo: observar el Evangelio hasta en sus aparentemente más íntimos detalles; observar el Evangelio con un verdadero espíritu de amor y de entrega a la voluntad de Dios.

Vivencia:

¿Eres fiel en el cumplimiento de lo propuesto en el Evangelio? ¿Hasta de las palabras de Jesucristo la norma de la vida? ¿No te contentas con cumplir tú la ley, sino que la enseñas a los demás y los estimulas a su cumplimiento con la fuerza de tu palabra y el testimonio de tu vida?

El apóstol de Jesús tiene que esforzarse por la implantación del Reino de Dios en el mundo y el Reino de Dios es un Reino de justicia, de verdad, de amor y de paz.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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