martes, 3 de marzo de 2015

Martes de la segunda semana de Cuaresma.

Martes de la segunda semana de Cuaresma. Mateo 23,1-12 "Todos ustedes son hermanos." Si todos tenemos un mismo Padre, todo somos hermanos los unos

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Martes de la segunda semana de Cuaresma.

Mateo 23,1-12

"Todos ustedes son hermanos."

Si todos tenemos un mismo Padre, todo somos hermanos los unos a los otros; así lo afirma el mismo Jesús, cuando nos recuerda: "Todos ustedes son hermanos."

Con esta afirmación de Jesús deben desaparecer de entre nosotros los celos, las envidias, las altanerías, las arrogancias, el tratar a alguno como si fuera menos que nosotros. Es cierto que unos tendrán cualidades que otros, mayor dignidad en su cargo o misión eclesial, pero todos son igualmente hijos de Dios.

Y si reconoces en ti mayores talentos, más aptitudes para las distintas cosas de la vida, condiciones más brillantes en tu trato con la gente y en el desarrollo de las cosas intelectuales o en las temporales, si estás en algún cargo que lleva consigo una mayor dignidad, no debes olvidar que eres hermano precisamente de los menos dotados, de los más pobres y sencillos, de los que no brillan en el mundo por sus cualidades, pero que quizás delante de Dios son más meritorios que tú y que, en consecuencia, serán trazados por Dios quizás mayor aprecio y dignidad que la tuya.

Jesús, nuestro Hermano mayor, no se fija en nuestras exterioridades o temporalidades, sino en si nos parecemos a Él por la gracia y santidad de vida.

"El que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado."

Jesús nos ha dado muchos y hermosos ejemplos de humildad en su vida entre nosotros. De sí mismo afirma: "El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir" (Mt 20,28).

"Se anonadó a sí mismos, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres; y presentándose con aspecto humano se humilló hasta aceptar por obediencia la muere y muerte en cruz" (Flp 2, 1-8).

Y en el mismo Jesús se cumplió la afirmación de la exaltación del humilde, según dice el apóstol San Pablo: "Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre" (Flp 2,9).

"Servir" ha de ser el lema del cristiano, sobre todo si está constituido en algún puesto de dignidad, según aquel dicho ya conocido: "El que no vive para servir, no sirve para vivir."

Todo el que está constituido en alguna dignidad ha de pensar que lo importa no es lucir, sino servir amando, o si quieres, amar sirviendo.

Vivencia:

Al hombre le cuesta mucho humillarse; por eso Jesús nos dejó no sólo el precepto, sino el ejemplo de su propia humillación.

"Les he dado el ejemplo, para que hagan el mismo que yo hice con ustedes" (Jn 13,15).

A veces podrá parecerte heroísmo el hecho de humillarte, pero has de pensar que tu humillación es bien poca cosa, si la comparas con la del Señor; y si piensas que tu acto de servicio termina en un hermano tuyo, te resultará más fácil tu actitud.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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