"Un reino donde hay muchas divisiones va a la ruina."
La división entre los hermanos, entre los seguidores de Jesucristo, en lo que con más empeño busca el demonio, porque sabe que es el medio más eficaz para la destrucción del Reino de Dios.
Así los que son causa de división entre los hermanos trabajan al servicio del mal y en contra de los interés de Jesús; ahí radica la gravedad que reviste la división entre los cristianos.
No siempre podrá exigir que todos pensemos lo mismo; pero ya que la cabeza no nos puede unir, que nos una al menos el corazón; la desunión y de los sentimientos que acompañan a esas actitudes y a esas ideas.
Aunque ciertamente también deberemos buscar la unidad de las mentes en lo posible, procurando cada uno desprenderse de sus juicios y criterios, para adquirir la mentalidad del Evangelio.
El cristiano ha de entregar a Cristo también sus pensamientos y su modo de juzgar; así como en su vida es Jesús el que de obrar, así es Jesús el que debe regirla con su pensamiento.
Examínate si en tu hogar, en tu parroquia, en el Movimiento de apostolado en que militas, en tu lugar de trabajo, entre tus amigos o personas con las que tratas, eres elemento de unión más que desunión.
"El que no está conmigo, está contra mí."
El hombre tiene dos alternativas: o con Jesús o contra Él; no hay termino medio; quien no se entrega voluntariamente a Jesucristo, va cayendo en las redes de la maldad.
La decisión ya es traición; la pereza y la dilación de la respuesta de Jesús ya es también una traición; la respuesta pronta, pero parcial y no de entrega total a la voluntad y al precepto de Jesús, es también traición.
En sus cristianos Jesús admite ni parcialidades, ni dilaciones; Él se entregó todo por nosotros; nosotros debemos entregarnos todos a Él.
"La vida que sigo viviendo en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí" (Gál 2,20).
"Practiquen el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio agradable a Dios" (Ef 5,2).
Vivencia:
Ya vez la necesidad que tienes de leer con frecuencia y de meditar con asiduidad el santo Evangelio, donde se halla el mensaje de Jesús, sus enseñanzas y sus consejos; en el Evangelio es donde hallarás el modo como Jesús pensaba de las personas, de las cosas y de los acontecimientos; qué es lo que Jesús reclama de sus seguidores y cómo éstos deben conducirse en sus mutuas relaciones.
Sigue a Jesús, pero síguelo bien de cerca y sin titubeos; dile: "Te seguiré adonde vayas" (Lc 9,57).
Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.
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