domingo, 1 de marzo de 2015

Lunes de la segunda semana de Cuaresma.

Lunes de la segunda semana de Cuaresma. Lucas 6,36-38 "No juzguen y no serán juzgados." Jesús nos prohíbe ante todo el juicio temerario que consist

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Lunes de la segunda semana de Cuaresma.

Lucas 6,36-38

"No juzguen y no serán juzgados."

Jesús nos prohíbe ante todo el juicio temerario que consiste en juzgar mal al prójimo sin el debido fundamento, y a Jesús nos prohíbe los juicios temerarios, porque conoce perfectamente que somos naturalmente propensos a juzgar a los demás y a juzgarlos con excesiva severidad.

Juzgando severamente a nuestro prójimo nos cerramos al camino de la misericordia de Dios.

Nunca tenemos derecho a juzgar mal a los demás porque no conocemos su intimidad, su forma de pensar y sentir, sus motivaciones, ni su grado de responsabilidad en cada una de sus acciones; por otra partes, es ridículo echar en cara a los demás sus faltas, cuando nosotros las tenemos quizás mayores.

Puede ser que veas que otros cometen faltas que tú no cometes; no por eso puedes enorgullecerte, ni te debes sentir autorizado para criticarlos y juzgarlos, ya que si no fuera por la gracia de Dios también tú podrás cometer mayores faltas.

El juicio de las intenciones humanas está reservado a Dios; el hombre no puede robarle a Dios lo que es exclusivo de la divinidad; por eso Jesús es tan taxativo: "No juzguen y no serán juzgados".

"La medida con que ustedes midan también se usará para ustedes."

Naturalmente todos tendemos a tener medidas: una para nosotros y nuestros actos, otra que aplicamos a los demás y si con nosotros mismos somos amplios, condescendientes y fáciles para hallar explicaciones o justificaciones, toda la benevolencia que tenemos al juzgar nuestras acciones la convertimos en su severidad al juzgar las acciones de los demás.

La misericordia es necesaria para juzgar. Cada uno juzga según la medida de su corazón, critica según tiene los ojos. Así al juzgar, somos juzgados; al condenar, somos condenados.

Perdonar cristianamente significa al agresivo y no tenerlo más presente para nada. Dios nos perdona, si nosotros perdonamos; procuremos, pues, curarnos en salud y perdonar misericordiosamente.

Vivencia:

Evita mantener el recuerdo de lo malo que te hayan podido hacer.

Recuerda el Evangelio te exige que tengas para los demás corazón de madre y para ti corazón de juez; no inviertas los términos, porque en ese caso caerán sobre ti las amenazas y los castigos que el Señor prefiere contra los que usurpan el derecho divino de juzgar la conciencias.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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