miércoles, 18 de marzo de 2015

Miércoles de la cuarta semana de Cuaresma.

Miércoles de la cuarta semana de Cuaresma. Juan 5,17-30 "Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida." Clara afirmación hace Jesús de la r

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Miércoles de la cuarta semana de Cuaresma.

Juan 5,17-30

"Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida."

Clara afirmación hace Jesús de la resurrección final, ya para el mal, ya para la vida eterna. Los que hayan hecho el bien "resucitarán" para la vida" y los que hayan practicado el mal resucitarán para el juicio".

Las obras que realizamos en esta vida, no quedan limitadas por el tiempo, sino que tienen una dimensión de eternidad; nuestras obras buenas o malas se proyectan más allá de las connotaciones que las motivan; todas las obras tienen un sentido del más allá y esto por pequeña e insignificante que pueda parecerle la obra que realizas.

Nada hay, por lo tanto, que se pueda llamar pequeño y sin importancia, ya que nada hay que no influya en lo más importante, ya que nada hay que no influya en lo más importante que existe para ti que es la consecución de la futura "resurrección para la vida".

Todo, pues, debe juzgarte no por la relación con el presente y pasajero, sino por su proyección de eternidad y así puedes conseguir la eternidad feliz sin necesidad de recurrir a cosas difíciles o llamativas; con tu diario quehacer bien realizado y ofrecido al Padre con espíritu de inmolación puedes y debes santificarte.

Oye, por lo tanto, la voz de que Jesús que, si la oyes, vivirás.

"Lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió."

Hermosa la petición del salmista: "Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios" (Sal 143,10).

Nada hay que nos santifique, si no es la voluntad del Padre, el acomodar nuestra vida, nuestra obrar a la voluntad de Dios. Jesús santísimo pudo afirmar que "no buscaba hacer su propia voluntad, sino de aquel que lo ha enviado."

En el libro de la Sabiduría Yahvé echa en cara que "no han gobernado con rectitud, ni han respetado la Ley, ni caminado según la voluntad de Dios" (Sab 6,4); en ese mismo lugar se nos afirma que "los que observan santamente las leyes santas, será reconocidos como santos" (v.10), es decir, los que cumplimos religiosamente la voluntad divina, serán reconocidos como santos en el Juicio.

Nada hay que deba preocuparte tanto como la búsqueda de la voluntad de Dios, el llegar a conocer qué es lo que en cada momento y circunstancias quiere Dios de ti.

Vivencia:

Cuando rezas el Padre nuestro y pronuncies aquella petición: "Hágase tu voluntad", hazlo con un verdadero sentido de fe y de entrega a la divina voluntad y eso aunque de Dios no coincida con la tuya, con tus gustos, inclinaciones o conveniencias.

Debes estar en una constante revisión para redactar si la voluntad tuya es tan santa y recta que coincide con la voluntad de Dios. Que tu oración más frecuente sea ésta: "Hágase tu voluntad".

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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