viernes, 22 de agosto de 2014

Viernes de la vigésima semana.

Viernes de la vigésima semana. Mateo 22, 34-40 "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu." El rabino qu

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Viernes de la vigésima semana.

Mateo 22, 34-40

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu."

El rabino quiere probar la opinión de Jesús y le presenta una artimaña para comprometer al Maestro, es decir, que le pregunta es hostil y se hace para tentar al Maestro.

El amor de Dios y el amor del prójimo son el compendio de toda la Ley y de esos dos preceptos cobran valor y significado los restantes.

"Se te ha mandado amar con todo el corazón, con todo el alma, con toda la mente. El corazón es el centro de la vida animal y palpita. El alma es el primer principio de vida y mueve todos los miembros. La mente es la facultad que pensando mide, por así decir, la esencia y la propiedad de las cosas. Todo esto se ha dado para que puedas correr hacia Dios y estar con Él" (San Agustín).

Jesucristo nos exige un amor total; no se contenta con parcialidades, exige la totalidad de la entrega tanto a Dios como al prójimo; quiere que lo amemos no de cualquier manera, sino "con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu."

"Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

La novedad de la respuesta de Jesús, quien preguntado sobre el primer mandamiento responde también sobre el segundo, no consiste en que cite el texto del Levítico, sino en que lo colocaba al mismo nivel que el primero, haciéndole igualmente "pesado" o grave; San Mateo añade estas palabras de Jesús: "De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los profetas", es decir, toda la revelación del Antiguo Testamento.

Por eso, para el cristiano nada puede haber más opuesto a la Ley que el odio; sin embargo, hoy nada abunda tanto como el odio: odio entre las naciones, odio entre las naciones, odio entre las familias, odio entre los mismos connacionales y los mismos hermanos; siendo el odio el pecado más anticristiano, no hay nada que aleje tanto del cristiano como el odio.

"Quien ama al prójimo es como si amara a Dios, porque el hombre es imagen de Dios y en él es amado de Dios, como el rey es honrado en su imagen; por esto se dice que este mandamiento es semejante al primero. Amado al prójimo por amor de Dios y a Dios en el prójimo, nada quita de afecto a Dios, antes bien tanto es más fuerte en ti estreches al prójimo en Dios" ( San Juan Crisóstomo).

La importancia de los mandamientos y de las virtudes depende de la relación que guarden con la caridad. No puede haber criterio más simple y más exacto para juzgar de nuestra virtud y de nuestra santidad. No puede ser más sencillo el camino que hemos de seguir para alcanzar la perfección. No hay más que un mandamiento: amar y siempre amar; amar a todos y amarlos por amor a Dios; de la perfección con que se cumpla este mandamiento dependerá la perfección de nuestra vida cristiana.

Vivencia.

Examina cómo has observado hasta el presente estos dos preceptos, que son el fundamento de la vida cristiana. No te contentes con amar al hombre por el hombre; esto por bueno que en sí sea, no pasaría de ser una mera filantropía y tú en cambio, como cristiano, estás obligado a teologizar todos tus actos, haciendo que de humanos se conviertan en divinos, de filantropía en autentica caridad.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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