miércoles, 24 de septiembre de 2014

Miércoles de la vigésimo quinta semana.

Miércoles de la vigésimo quinta semana. Lucas 9,1-6 "Los envió a proclamar el Reino de Dios." Jesús vino del cielo a la tierra a predicar y proclam

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Miércoles de la vigésimo quinta semana.

Lucas 9,1-6

"Los envió a proclamar el Reino de Dios."

Jesús vino del cielo a la tierra a predicar y proclamar el Reino de Dios; pero vino proclamando no sólo a un grupo reducido de hombres, sino a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares; de ahí la necesidad que tubo Jesús de prologarse en el tiempo y en el espacio y eso fueron y son sus discípulos de antes y de ahora: prolongaciones de Jesús en el tiempo y en el espacio.

Los discípulos de Señor imitaron al Maestro, predicaron lo que predicaba el Maestro y aun hicieron los mismos milagros, que vieron hacer a Jesús: "Instituyó doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar también a ellos el Reino de Dios con el poder de expulsar a los demonios" (Mc 3,14).

En la misión de los Doce debes ver la misión de todos los demás discípulos del Señor que a lo largo del tiempo y del espacio son enviados, son los misioneros del Reino de Dios.

El hecho de sentirse enviado por el Señor, de ser misionero del Señor, debe acuciar tu responsabilidad: eres enviado al mundo por algo; ¿cumples la fidelidad de tu misión? ¿Te falta mucho aun por cumplirla? Porque solamente entonces, cuando cumplas, podrás gozar en tu conciencia.

"Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes."

El apóstol evangeliza y cura, predica y obra.

El bien que anuncia es también por él realizando; los apóstoles no son hombres que se detengan en la Palabra, pasan a realizar la fuerza que mana de la Palabra que predican.

Curar al mismo tiempo que se predica supone que el reino no es simplemente una empresa espiritual, sino que apunta a la plena renovación del hombre en cuerpo y alma.

Jesús refiere a los apóstoles dos cosas: poder y autoridad.

Aquí Jesús confiere primero un poder divino, semejante al que ha salido de Él para que la autoridad de su misión logre el fin.

El fin de la predicación de los discípulos enviados es el Reino de Dios; los misioneros de hoy deben también limitarse a anunciar el Reino, no a predicar a sí mismos, no a transmitir las propias ideas o teorías, no a extender doctrinas humanas, sino a predicar únicamente el Reino de Dios.

Vivencia.

Si los discípulos de Jesús son prolongadores de El en el tiempo y en el espacio, debes pensar que tú no eres otra cosa que Cristo en el ahora y en el aquí, un Cristo que tiene la misma misión que el primero: proclamar el Reino de Dios. Deberás, pues, preguntarte cómo los proclamas con tu palabra y cómo con tu vida, porque Jesús predicó lo que hizo e hizo lo que predicó.

El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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