sábado, 4 de octubre de 2014

Sábado de la vigésimo sexta semana.

Pan y Vida se fundó para llevar consuelo, alivio, en tantos momentos difíciles que pasamos a diario ayúdenos a seguir http://bit.ly/1uVrtQZ __ Sábad

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Pan y Vida se fundó para llevar consuelo, alivio, en tantos momentos difíciles que pasamos a diario ayúdenos a seguir http://bit.ly/1uVrtQZ

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Sábado de la vigésimo sexta semana.

Lucas 10, 17-24

"Regresaron los setenta y dos, alegres…"

La alegría sencilla de los discípulos llenan su corazón por el éxito logrado en su misión apostólica y ellos en una legitima expansión con el Maestro, se lo expresan diciéndole: "Hasta los demonios se nos someten en tu Nombre', porque todo lo que los discípulos hicieron, todo lo hicieron con el poder que Él les había dado e invocado su Nombre.

Los discípulos evangelizaron, predicaron el Evangelio, la Buena Noticia de la Salvación y la alegría colmó sus corazones, porque el Mensaje de salvación no solamente alegra a aquellos a quienes se transmite, sino también y quizá más aún a aquellos que transmiten el Kerigma.

"Has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes…"

Los discípulos se llenaron de alegría en sus corazones, pero el Señor Jesús les advierte que deben alegrarse, no "porque hasta los demonios se nos sometan", sino más bien de que "sus nombres este escritos en el cielo", en el Libro de la Vida.

Pero no solamente se alegran los discípulos; también se alegra el Salvador con la alegría del Espíritu que reside en Él; puede considerarse esta parte del Evangelio como el himno de la alegría; en la amable alegría del Espíritu Jesús se dirige al Padre para decirle: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra."

Es el himno de la alabanza de Jesús; estos versículos podrían ser un himno de la Iglesia primitiva, tan conocido como para que fuera citado al pie de la letra y San Lucas inicia el texto de manera carismática y así es el único en mencionar que Jesús se alegró en el Espíritu, porque ve la obra del Padre en el mundo.

Y Dios Padre nos ha revelado a nosotros esas cosas secretas de la alegría del Espíritu; nos ha dado a conocer el misterio de su amor, que es capaz de beatificar y alegrar el corazón del hombre. Pero nosotros debemos permanecer siempre en humildad y en pequeñez evangélica para seguir, si no mereciendo, al menos disponiéndoles para seguir recibiendo esos secretos del Corazón de Jesucristo, que Él tiene reservados para la humildad y sencillos que se les entregaran sin reservas de ninguna clase.

"Nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre…"

Solamente el Padre puede entender y manifestar la hondura del misterio de Jesús y Él ha querido abrir este secreto a los humildes (1 Cor 1, 26 ss).

Jesús es el único que puede conocer al Padre y sólo el Padre puede conocerlo a Él.

Jesús se coloca en una comunión con el Padre totalmente única y singular.

El Hijo ha venido para dar a conocer al Padre; para darlo a conocer exige la sencillez, la humildad de corazón, la pobreza de espíritu, el estar vacíos y despojados de nosotros mismos; Él ha querido abrir este secreto a los humildes.

Bendito sea el Señor Jesús, que se ha dignado elegirnos a nosotros precisamente, a pesar de nuestra poquedad y miseria espiritual, para darnos a conocer al Padre; esta dignidad de la que hemos sido objeto tiene que movernos, por un lado, a permanecer en la humildad, a fin de continuar siendo dignos de que Jesús nos siga mostrando al Padre y, por otro, es estimularnos constantemente y capacitamos para que el conocimiento del Padre sea en nuestras vidas cada vez más intenso y extenso.

Vivencia:

Todos los días de tu vida debes dar gracias Dios por su insondable bondad, al dejarse conocer por ti, y ese conocimiento de Dios lo debes llevar a la práctica en todas las obras, sabiendo descubrir a Dios en todo y en todos.

Dios está en todo y en todas, pero está oculto, a fin de que lo sepas descubrir y puedas luego gozarte en su hallazgo; no tienes más que levantar el velo de las apariencias y en el acto el amor de Dios saltará a tu vista, para que lo admires, lo glorifiques y los ames.

El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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