miércoles, 8 de octubre de 2014

Miércoles de la vigésimo séptima semana.

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Miércoles de la vigésimo séptima semana.
Lucas 11,1-4
"Señor enséñanos a orar....."
Jesús nos da la norma de la oración cristiana" el Padrenuestro; a una nueva realidad corresponde una nueva forma de orar.
La nueva realidad es: Dios Padre.
Esta es la nueva realidad que Jesús nos reveló; y si Dios es nuestro Padre; justo es que, al orar, nos dirijamos a Él como a un verdadero Padre y esta la nueva forma de orar, aunque más que una formula es una nueva actitud cristiana por lo que nos presentamos ante el Padre Celestial y con la confianza y sencillez de un verdadero hijo.
El Padre nuestro es el modelo de toda verdadera oración y así suele dividirse en tres etapas: una introducción, tres posiciones relativas a la gloria de Dios y otras tres peticiones relativas a las necesidades espirituales y temporales de hombre.
"Padre...."
"Padre nuestro, que estás en el cielo." Se habla a Dios, a fin de disponerlo a que escuche benévolamente nuestras suplicas; esta introducción la hallamos en San Mateo; San Lucas solamente pone la invocación : Padre, tan familiar en los labios de Jesús; en esta introducción hallamos un contenido totalmente nuevo y trascendente.
No es cierto que en el Antiguo Testamento no se llame a Dios Padre; pero no es muy frecuente y las veces en que se emplea, se descubre un concepto comparativo: las relaciones del hombre con Dios deben ser como las relaciones de un hijo con su padre.
En cambio cuando Jesucristo habla de "su" Padre, lo hace dirigiéndose a Él como una vinculación de verdadera afiliación.
Y de esa filiación participamos los cristianos por el bautismo, por la vida de la gracia que se nos concede en Cristo Jesús, y por la cual de verdad hijos de Dios (cfr Jn1,12).
"Tu Nombre...."
Las peticiones relativas a la gloria de Dios son:
-"Santificado sea tu Nombre"; aquí el Nombre de Dios se emplea como sustituto del mismo Dios y en este sentido se emplea con relativa frecuencia en el Antiguo Testamento.
Es una santificación en este sentido:se santifica el Nombre de Dios alabándolo, ya sea guardando sus mandamientos, ya entregándose a su divina Providencia; así el nombre es el que santifica el Nombre de Dios mismo santifica su Nombre, santificando su Pueblo.
Se pide en esta petición la intervención de Dios en el mundo, para realizar la gran santificación del mundo; esta santificación del mundo es concretamente la obra mesiánica realizada por Jesús.
-"Venga tu Reino"; el evangelio no es otra cosa que el establecimiento del Reino; se desea y se pide la constante actualización del Reino de Jesucristo en su difusión geográfico-temporal y en su mayor penetración en las vidas; se pide la universalidad del Reino.
Generalmente los Padres latinos entendieron estas palabras del Reino de la gloria y de los Padres griegos del Reino de la gracia en nuestros corazones. Ambas interpretaciones se incluyen de alguna manera en el Reino mesiánico y en la Iglesia, ya que su consumación tendrá lugar en la gloria y en cuanto que cada uno participa de los bienes de este Reino de gracia.
-"Hágase tu voluntad"; esta petición la encontramos en la formulación del Padrenuestro que nos trae San Mateo.
Dios tiene en su voluntad trazado un plan, pero que debe ser realizado por el hombre; ahí entra la voluntad, la libertad, la responsabilidad del hombre: contribuir a la realización del plan de Dios que siempre es plan de salvación; se habla, por tanto, de la volunta divina, en cuanto ejecutada por los hombres, más que la voluntad de Dios antecedente a su realización por el hombre.
Esa es la voluntad de Dios tan estrictamente formulada llevar a ser la voluntad divina sobre algo concreto; es el gran querer de Dios en el establecimiento del Reino. Lo mismo que las otras dos peticiones, ésta con el Reino establecido cobra el sentido del cumplimiento de la voluntad de Dios en la extensión del mismo en geografía y penetración de las voluntades.
"El Pan...."
-"Danos hoy nuestro pan de cada día"; pensando a la parte material -el pan en hebreo significa toda clase de alimentos, para sustentar la vida-, pedimos por nuestra necesidades de orden corporal, sea del sustento necesario para hoy o para manan, y luego por nuestras necesidades de orden espiritual.
Incluso en esta petición no solamente en cuenta la necesidad del pan, del sustento, de todas las necesidades corporales, sino que también podemos suponer que se pide el "Pan" espiritual, sea concretamente el Pan de la Eucaristía, sea el Pan de la Palabra de Dios.
-"Perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores": así se expresa San Mateo, mientras San Lucas, interpretando la metáfora aramea, emplea la palabra "pecados" en lugar de "deudas": indudablemente son palabras sinónimas; en efecto Jesús en el Evangelio en varias oportunidades llama a los pecados "deudas" (Lc 7,41;Mt18, 23-25) y la denominación de pecado por deuda era frecuente en la literatura rabínica.
El pecado se describe con frecuencia en la Sagrada Escritura como una deuda que el hombre ha contraído para con Dios y que estamos obligados a pagar. Esta deuda es la pena o castigo que merecen nuestras culpas. Al pedir a Dios que nos la perdone, confesamos que somos pecadores y que nos reconocemos incapaces de reparar la ofensa que a Dios hemos inferido. Reconozcamos también la misericordia de Dios, que desea perdonarnos, ya que nos manda que le pidamos perdón.
Pero a la vez quiere que ante todo nos mostremos nosotros caritativos y misericordiosos con nuestros hermanos, al exigirnos como condición para que nuestra oración se escuchada el que antes nos reconciliemos con ellos, perdonándoles cada ofensa que ellos hayamos recibido.
Sin embargo, el perdón que se exige no es, ni puede ser de igualdad con el perdón que Dios nos concede. La partícula "como" es comparativa, que no significa adecuación de igualdad, sino de simple proporción. En este sentido termina el Señor Jesús aclarando: "Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes; pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes" (Mt 6,14-15).
-"No dejes caer en la tentación y librarnos del mal": parecen dos peticiones, pero es una sola expresada con el paralelismo sinónimo bíblico: la primera en forma negativa y la segunda en forma positiva; quizás por eso San Lucas no recogió la segunda petición, por considerarla ya incluida en la primera.
La tentación puede ser: tentación-pecado, que lleva al pecado, que induce al pecado, en la que ya en cierto modo hay pecado se ha expuesto uno voluntariamente al peligro de pecar; en ese sentido leemos en Santiago 1,13-14: "Nadie, al ser sentado, diga que Dios lo tienta; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie, sino que cada uno es tentado por sus malos deseos, que lo atraen y lo seducen.
"O puede ser tentación-prueba, como ocasión de meritos y experimentación de la virtud; así leemos en el Eclesiástico: "En la prueba fue hallado fiel" (44,20) y en Tobías: "Yo fui enviado a ponerte en prueba" (12,13).
Finalmente al pedir al Señor que nos libre de todo mal, le estamos suplicando que nos libre de toda prueba o tentación que no nos convenga, o que nos resulte difícil de vencer.
Vivencia.
Hoy rezaré detenidamente el Padrenuestro, y meditaré por lo menos un minuto cada una de las peticiones. Tendré en todo instante de mi meditación presente que las palabras que repito son palabras de Jesús, o sea que orar no es tanto hablar con Dios como abrirse a ka vida de Dios en nosotros, expresada con su Palabra eterna.
Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.
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