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Miércoles de la vigésimo séptima semana.
Lucas 11,1-4
"Señor enséñanos a orar....."
Jesús nos da la norma de la oración cristiana" el Padrenuestro; a una nueva realidad corresponde una nueva forma de orar.
La nueva realidad es: Dios Padre.
Esta
es la nueva realidad que Jesús nos reveló; y si Dios es nuestro Padre;
justo es que, al orar, nos dirijamos a Él como a un verdadero Padre y
esta la nueva forma de orar, aunque más que una formula es una nueva
actitud cristiana por lo que nos presentamos ante el Padre Celestial y
con la confianza y sencillez de un verdadero hijo.
El
Padre nuestro es el modelo de toda verdadera oración y así suele
dividirse en tres etapas: una introducción, tres posiciones relativas a
la gloria de Dios y otras tres peticiones relativas a las necesidades
espirituales y temporales de hombre.
"Padre...."
"Padre
nuestro, que estás en el cielo." Se habla a Dios, a fin de disponerlo a
que escuche benévolamente nuestras suplicas; esta introducción la
hallamos en San Mateo; San Lucas solamente pone la invocación : Padre,
tan familiar en los labios de Jesús; en esta introducción hallamos un
contenido totalmente nuevo y trascendente.
No
es cierto que en el Antiguo Testamento no se llame a Dios Padre; pero
no es muy frecuente y las veces en que se emplea, se descubre un
concepto comparativo: las relaciones del hombre con Dios deben ser como
las relaciones de un hijo con su padre.
En cambio cuando Jesucristo habla de "su" Padre, lo hace dirigiéndose a Él como una vinculación de verdadera afiliación.
Y
de esa filiación participamos los cristianos por el bautismo, por la
vida de la gracia que se nos concede en Cristo Jesús, y por la cual de
verdad hijos de Dios (cfr Jn1,12).
"Tu Nombre...."
Las peticiones relativas a la gloria de Dios son:
-"Santificado
sea tu Nombre"; aquí el Nombre de Dios se emplea como sustituto del
mismo Dios y en este sentido se emplea con relativa frecuencia en el
Antiguo Testamento.
Es
una santificación en este sentido:se santifica el Nombre de Dios
alabándolo, ya sea guardando sus mandamientos, ya entregándose a su
divina Providencia; así el nombre es el que santifica el Nombre de Dios
mismo santifica su Nombre, santificando su Pueblo.
Se
pide en esta petición la intervención de Dios en el mundo, para
realizar la gran santificación del mundo; esta santificación del mundo
es concretamente la obra mesiánica realizada por Jesús.
-"Venga
tu Reino"; el evangelio no es otra cosa que el establecimiento del
Reino; se desea y se pide la constante actualización del Reino de
Jesucristo en su difusión geográfico-temporal y en su mayor penetración
en las vidas; se pide la universalidad del Reino.
Generalmente
los Padres latinos entendieron estas palabras del Reino de la gloria y
de los Padres griegos del Reino de la gracia en nuestros corazones.
Ambas interpretaciones se incluyen de alguna manera en el Reino
mesiánico y en la Iglesia, ya que su consumación tendrá lugar en la
gloria y en cuanto que cada uno participa de los bienes de este Reino de
gracia.
-"Hágase tu voluntad"; esta petición la encontramos en la formulación del Padrenuestro que nos trae San Mateo.
Dios
tiene en su voluntad trazado un plan, pero que debe ser realizado por
el hombre; ahí entra la voluntad, la libertad, la responsabilidad del
hombre: contribuir a la realización del plan de Dios que siempre es plan
de salvación; se habla, por tanto, de la volunta divina, en cuanto
ejecutada por los hombres, más que la voluntad de Dios antecedente a su
realización por el hombre.
Esa
es la voluntad de Dios tan estrictamente formulada llevar a ser la
voluntad divina sobre algo concreto; es el gran querer de Dios en el
establecimiento del Reino. Lo mismo que las otras dos peticiones, ésta
con el Reino establecido cobra el sentido del cumplimiento de la
voluntad de Dios en la extensión del mismo en geografía y penetración de
las voluntades.
"El Pan...."
-"Danos
hoy nuestro pan de cada día"; pensando a la parte material -el pan en
hebreo significa toda clase de alimentos, para sustentar la vida-,
pedimos por nuestra necesidades de orden corporal, sea del sustento
necesario para hoy o para manan, y luego por nuestras necesidades de
orden espiritual.
Incluso
en esta petición no solamente en cuenta la necesidad del pan, del
sustento, de todas las necesidades corporales, sino que también podemos
suponer que se pide el "Pan" espiritual, sea concretamente el Pan de la
Eucaristía, sea el Pan de la Palabra de Dios.
-"Perdona
nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores":
así se expresa San Mateo, mientras San Lucas, interpretando la metáfora
aramea, emplea la palabra "pecados" en lugar de "deudas":
indudablemente son palabras sinónimas; en efecto Jesús en el Evangelio
en varias oportunidades llama a los pecados "deudas" (Lc 7,41;Mt18,
23-25) y la denominación de pecado por deuda era frecuente en la
literatura rabínica.
El
pecado se describe con frecuencia en la Sagrada Escritura como una
deuda que el hombre ha contraído para con Dios y que estamos obligados a
pagar. Esta deuda es la pena o castigo que merecen nuestras culpas. Al
pedir a Dios que nos la perdone, confesamos que somos pecadores y que
nos reconocemos incapaces de reparar la ofensa que a Dios hemos
inferido. Reconozcamos también la misericordia de Dios, que desea
perdonarnos, ya que nos manda que le pidamos perdón.
Pero
a la vez quiere que ante todo nos mostremos nosotros caritativos y
misericordiosos con nuestros hermanos, al exigirnos como condición para
que nuestra oración se escuchada el que antes nos reconciliemos con
ellos, perdonándoles cada ofensa que ellos hayamos recibido.
Sin
embargo, el perdón que se exige no es, ni puede ser de igualdad con el
perdón que Dios nos concede. La partícula "como" es comparativa, que no
significa adecuación de igualdad, sino de simple proporción. En este
sentido termina el Señor Jesús aclarando: "Si perdonan sus faltas a los
demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes;
pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a
ustedes" (Mt 6,14-15).
-"No
dejes caer en la tentación y librarnos del mal": parecen dos
peticiones, pero es una sola expresada con el paralelismo sinónimo
bíblico: la primera en forma negativa y la segunda en forma positiva;
quizás por eso San Lucas no recogió la segunda petición, por
considerarla ya incluida en la primera.
La
tentación puede ser: tentación-pecado, que lleva al pecado, que induce
al pecado, en la que ya en cierto modo hay pecado se ha expuesto uno
voluntariamente al peligro de pecar; en ese sentido leemos en Santiago
1,13-14: "Nadie, al ser sentado, diga que Dios lo tienta; porque Dios no
puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie, sino que cada uno es
tentado por sus malos deseos, que lo atraen y lo seducen.
"O
puede ser tentación-prueba, como ocasión de meritos y experimentación
de la virtud; así leemos en el Eclesiástico: "En la prueba fue hallado
fiel" (44,20) y en Tobías: "Yo fui enviado a ponerte en prueba" (12,13).
Finalmente
al pedir al Señor que nos libre de todo mal, le estamos suplicando que
nos libre de toda prueba o tentación que no nos convenga, o que nos
resulte difícil de vencer.
Vivencia.
Hoy
rezaré detenidamente el Padrenuestro, y meditaré por lo menos un minuto
cada una de las peticiones. Tendré en todo instante de mi meditación
presente que las palabras que repito son palabras de Jesús, o sea que
orar no es tanto hablar con Dios como abrirse a ka vida de Dios en
nosotros, expresada con su Palabra eterna.
Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.
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