lunes, 27 de octubre de 2014

Miércoles de la trigésima semana.

Pan y Vida se fundó para llevar consuelo, alivio, en tantos momentos difíciles que pasamos a diario ayúdenos a seguir http://bit.ly/1uVrtQZ Miércoles

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Pan y Vida se fundó para llevar consuelo, alivio, en tantos momentos difíciles que pasamos a diario ayúdenos a seguir http://bit.ly/1uVrtQZ

Miércoles de la trigésima semana.

Lucas 13,22-30

Traten de entrar por la puerta estrecha."

A Jesús le preguntan sobre el numero de los que se han de salvar; el Señor deja en la incógnita esa respuesta; el numero de los que se salvan pertenece al secreto de Dios; pero en cambio orienta sus palabras no al numero de los que se salvan , sino a las condiciones que se requieren para conseguir la salvación; eso es lo verdaderamente importante y no el numero de los que se salvan, que puede ser algo meramente curioso.

La dificultad de la salvación se expresa con la imagen de la puerta estrecha; dejando sin respuesta a la pregunta teórica, lo que a nosotros nos interesa es el aspecto practico del problema y en este aspecto podemos afirmar que la salvación depende de nuestra voluntad, ya que Dios da a todos los hombres las gracias suficientes para que se salven, pero exige nuestra personal cooperación; así el que secunde la obra de la gracia ciertamente se salvará.

Y primeramente advierte el Señor que el camino que conduce a la salvación no es nada fácil y en consecuencia será preciso esforzarse, actuar con energía, incluso hacerse violencia a sí mismo. Hay que compartir, poner en atención todas las energías; en ninguna parte del Evangelio se dice que el Reino de Dios sea para los cobardes o los cómodos, sino para los esforzados y valientes.

Lucha contra tus inclinaciones y tus instintos, que son los que pueden apartarte del recto camino que conduce hasta Dios.

Lucha contra tus deseos inmoderados, que pueden hacerte perder de vista lo elevado de tus miras, que no son otras, que la instauración del Reino de Dios en ti mismo y los demás.

Lucha también contra la comodidad y pereza, contra tus pocas ganas y contra la falta de aliciente o desilusión; todo eso te hace perder energías y fuerza y nos dice Jesús, que para entrar en el Reino son necesarios muchos esfuerzos y muchas negaciones de sí mismo.

"Hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos."

El Reino de Dios es el único lugar donde no hay acomodos o lugares reservados; hay sí lugares de privilegio, pero esos lugares no están reservados para los que los compren, sino para los que lo ganen.

Los lugares de privilegio en el Reino no se consiguen con el dinero; más bien son los pobres y humildes de corazón los que con mayor facilidad tienen acceso a ellos; no es tampoco la ciencia o la humana sabiduría, la erudición, la cultura, los humanos conocimientos los que facilitan y aun posibilitan el conocimiento de Dios, que es la verdadera Sabiduría, como don del Espíritu Santo; tampoco se llega a los primeros puestos en el Reino de Dios por las influencias, por el poder, por los altos mandos, por los puestos honoríficos o de jerarquía.

Esta afirmación hecha por Jesús en este lugar: "Hay últimos que serán los primeros y primeros que serán últimos", era un proverbio ampliamente conocido por los oyentes de Jesús y que podía aplicarse a diversos contextos; por eso quizás ese proverbio queda repetido varias veces en el Evangelio.

Estas palabras tienen aplicacion exacta a todos los hombres: no basta haber sido llamados a la fe, o haber recibido una vocación especial, para tener la seguridad de conseguir el cielo.

Muchos que han sido favorecidos se enfrían y muchos que han sido pecadores se convierten y se adelantan a los demás...... El haber recaído la gracia de la fe o la vocación de apostolado, a nadie puede dar la seguridad de su salvación.

Vivencia.

También puedes aplicar la sentencia de Jesús: "Hay últimos que serán primeros...."a los que aquí en la tierra ocupan puestos de autoridad y de honor, puestos que de por sí no los acrediten para ocupar también los primeros puestos en el Reino de Dios.

Si tú eres de esos a quienes les han tocado los primeros puestos aquí en esta vida, no dejes de vivir con un santo temor y no te fijes tanto en el honor que esos puestos llevan consigo, cuanto en la mayor santidad que suponen y exigen; la respuesta a esta santidad exigida es lo que podrá dar un puesto de preferencia en el Reino de Dios. Vive en santidad, en la santidad propia de tu condición y lugar que ocupes y lo demás déjalo en las manos de Dios.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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