martes, 18 de agosto de 2015

Miércoles de la vigésima semana

Miércoles de la vigésima semana. Mateo 20,1-16 "Vayan ustedes también a mi viña." Los obreros de la viña son llamados en distintas horas: a la hora

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Miércoles de la vigésima semana.

Mateo 20,1-16

"Vayan ustedes también a mi viña."

Los obreros de la viña son llamados en distintas horas: a la hora tercia, es decir, hacia las nueve de la mañana; a la hora de sexta, es decir, al mediodía; a la hora nona, hacia las tres de la tarde; a la hora undécima, hacia las cinco de la tarde.

El dueño comienza a pagar su salario por los últimamente contratados, para que "los primeros" pudieran constatar que ellos recibían más que los otros y esta circunstancia era necesaria, para que la parábola tuviera su significado, que no es otro que encarecer la absoluta gratuidad y libertad de Dios en conferir sus dones a quien quiere y como quiere; Dios es el Dueño absoluto de sus dones y los reparte libérrimente a todos, según nos advierte San Pablo: "Es el mismo y único Espíritu el que actúa distribuyendo sus dones en cada uno en particular según su voluntad" (1 Cor 12,11).

Dios concede su Reino a los pecadores convertidos del mismo modo que a los que toda su vida fueron justos.

Todos y cada uno de nosotros hemos sido llamados a la viña del Señor; Dios te invita a ti también una y otra vez a dedicarte a su santo servicio; Dios que es el Dueño de la viña llama a todos según sus cualidades, sus medios y la posición que ocupe en la sociedad.

Tú no eres ninguna excepción; debes reconocer el llamado de Dios, aceptarlo y cumplirlo.

¿A qué te llama el Señor? ¿Cuál es la viña que debes cultivar? Lee lo que dice San Juan Crisóstomo."Viña es la justicia con la paciencia, la castidad, con las otras suaves y austeras virtudes llamadas generalmente justicia, porque han equilibrado y orden tranquilo a las potencias de alma. Todos nosotros los hombres somos cautivadores de esta viña, somos mercenarios y trabajadores tomados a la jornada....Nosotros no somos llamados por Dios sólo para hacer las cosas de nuestro gusto y provecho, sino a trabajar por su Gloria. El mercenario primero mira su obra, después el alimento, emplea toda la jornada trabajando para el amo y ocupa una hora para la comida. Así nosotros debemos mirar primero lo que pertenece a la Gloria de Dios y después hacer las cosas que son de nuestra utilidad."

"¿Es que no tengo derecho a disponer de lo mío como quiera?

Se censura a los jornaleros no porque estén descontentos de lo que han recibido, sino por protestar de que los demás hayan recibido tanto; por otra parte el amor no es injusto, pues para dar a los últimos más de lo que les corresponde, no quita nada a los primeros, sino que les da de lo que es suyo; con los primeros el dueño es justo pues les da lo que les corresponde según la ley y contrato y con los últimos el dueño quiere ser justo y al mismo tiempo demostrar su magnificencia y generosidad.

La enseñanza de este texto puede ser triple:

-La recompensa es igual para todos los jornaleros, aunque ha realizado un trabajo desigual, porque Dios es bueno.

-La recompensa no está en razón directa del tiempo empleado. sino el cuidado y afán con que el trabajo ha sido realizado.

-No es el hombre el fin del bien moral, sino la voluntad de Dios; la recompensa de las obras del hombre no es de derecho, sino de gracia, ya que aun el poder hace el bien nos viene Dios; el Reino es un don gratuito de Dios.

Dios es el Señor absoluto de sus bienes y los reparte libérrimamente en todos; los obreros no recibirán el salario según el cargo que hayan ocupado o el tiempo que hayan trabajado, sino según la intensidad de amor que hayan puesto en su trabajo.

Vivencia.

No estará demás que te preguntes cuánto has trabajado por la gloria de Dios y qué es lo que estás haciendo ahora y si podrás hacer algo más de lo que estás haciendo. Nunca mires tanto lo que has hecho, cuanto lo que te resta por hacer; que te sirva de aliento y esperanza lo que has echo por el Señor, pero que te sirva de aliciente y estimulo para tu celo lo que aun falta por hacer. Debes sentir inmensa gratitud por los dones que Dios te ha concedido; nada merecías, a nada tenias derecho y sin embargo Dios te ha colmado de beneficios ya sena de orden temporal, ya espiritual. Si amor con amor se paga, generosidad con gratitud se complementa: generosidad de parte de Dios, gratitud de parte suya.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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