martes, 11 de agosto de 2015

Miércoles de la decimonovena semana

Miércoles de la decimonovena semana. Mateo 18,15-20 "Les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra...." Todavía la vida de la

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Miércoles de la decimonovena semana.

Mateo 18,15-20

"Les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra...."

Todavía la vida de la Iglesia y del cristiano debe estar informada por la caridad. Esa caridad tendrá dos expresiones o manifestaciones: con la corrección fraterna y la oración comunitaria.

Por la primera se expresa el autentico amor fraterno, teniendo cuidado de no hacer del celo por el prójimo una ficción policíaca; no es éste el pensamiento de Jesucristo; la caridad siempre ha de buscar el bien al prójimo y la primera exigencia de la caridad y de la justicia es no divulgar lo oculto.

Otra manifestación de la caridad es la reunión de los hermanos para orar juntos; si se reúnen "estando de acuerdo"..." ¡Cuánto cuesta a los cristianos estar de acuerdo, aun en esas cosas de capital importancia y de enorme gravitación para su vida y la vida del mundo!

Estar de acuerdo para orar quiere decir poseer el mismo espíritu de unidad, siendo uno por el amor de un mismo Espíritu, obrando todos movidos por la caridad, por el sincero deseo de agradar al Padre Celestial y de ser de aprovecho para el prójimo.

Estar de acuerdo es lo que suele faltar con más frecuencia entre los cristianos comprometidos, que quieren llevar adelante el Reino de Dios, pero en tanto en cuanto el Reino de Dios esté en conformidad con sus criterios o sus maneras de ser, cuando no de sus conveniencias y utilidades.

Esta es la causa de tantos fracasos apostólicos y de tantas empresas hermosamente concebidas en un ambiente de verdadero celo, pero luego boicoteadas por la falta de unión de los que llevan adelante.

En cambio si esos cristianos "se ponen de acuerdo" no solamente en cuanto a las metas a conseguir, sino, sobre todo, en la unidad de amor al Padre en Jesucristo por el Espíritu, entonces el Señor Jesús promete su presencia misteriosa, dinámica y santificadora entre ellos.

Y con esta presencia de Jesús todo lo bueno se puede esperar y todos los éxitos espirituales y apostólicos vendrán sin demora.

Esa presencia activa de Jesús entre nosotros será que hará que nuestra oración esté bien hecha; la oración privada y personal es necesaria y nada suplir; pero la oración colectiva o en comunidad eclesial tiene ventajas que no podemos desconocer y, con estas palabras, quiere Jesús fomentar entre la oración hecha en común y debidamente hecha, con el debido espíritu.

"Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos."

Según lo que hemos meditado anteriormente, para que se cumpla la promesa del Señor Jesús, es preciso que se den dos condiciones:

Que estén "reunidos"; pero no podrán estar unidos si previamente no están unidos; y ¡cuánto les cuesta unirse a los discípulos de Jesús!

Que estén reunidos "en el Nombre del Señor"; lo que reúna a los discípulos de Jesús no puede ser nada humano, nada

Material o temporal, ni una mera amistad natural o una simpatía o afinidad de temperamentos o confidencias de criterios.

Reunirse en el Nombre de Jesús es reunirse por Él, a causa de Él, convocados por su Palabra y animados por su mismo Espíritu, impulsados por el mismo amor; si esto se da, ya estamos en el plano sobrenatural y si todos los unidos en un mismo espíritu nos unimos en una misma oración, allí entre nosotros se ubica Jesús, presente entre nosotros como verdadero Dios, animado, orientado y vivificado desde adentro a ese grupo de sus discípulos.

"Si dos o tres de ustedes se reúnen en mi Nombre"; aquí se afirma la eficacia de la plegaria común en la Iglesia; pero plegaria común no significa oración de toda la Iglesia, pues dos o tres ya forman una comunidad orante, que ofrece la plegaria de la Iglesia y por tanto en esa reducidas comunidad eclesial de dos o tres que oran.

Vivencia.

Si constatas que no siempre tus oraciones son escuchadas, ¿no será porque no están hechas en comunidad, en comunión con otros, en unión y reunión con otros? De ahí que en ocasiones, antes de ponerse en oración, los discípulos de Jesucristo debamos ponernos en unidad como condición previa y eso es lo que nos cuesta. Nos basta, pues, orar; es preciso disponerse a orar bien, a orar en unidades corazón, en unidad de sentimientos, en unidad de espíritu, para seguir que Jesús se ubique en medio de nosotros y así nuestra oración, que en este caso ya es la oración de Jesús, sea escuchada infaliblemente por el Padre de los cielos.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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