jueves, 31 de julio de 2014

Jueves de la decimoséptima semana.

Jueves de la decimoséptima semana. Mateo 13, 47-53 "Recogen los peces en canastas y tiran los que no sirven." El Evangelio de este día nos trae una

Like   Tweet  

Jueves de la decimoséptima semana.

Mateo 13, 47-53

"Recogen los peces en canastas y tiran los que no sirven."

El Evangelio de este día nos trae una breve parábola, muy similar a las anteriores; si las anteriores parábolas resultaban familiares a los oyentes, ésta de la red les entraba por los ojos, pues Jesús les estaba hablando a la orilla del lago y entre barcas y redes; pescadores muchos de ellos como no pocos de los apóstoles, todo lo que concernía al mar y a la pesca les resultaba sumamente familiar y conocido. La descripción de la parábola presenta una escena de pesca en el lago Genesaret; la pesca ha sido abundante y variada; ahora se trata de saber separar los pescados buenos de los inservibles.

Esta parábola apunta como las anteriores al reino de Dios.

Todos los bautizados formamos la Iglesia, pero nuestra pertenencia a la misma no es siempre igualmente útil y beneficiosa; hay quienes se vuelven miembros inútiles aun nocivos.

En la misma Iglesia hallamos tres dimensiones distintas: una humana otra histórica y otra mistérica.

En su dimensión humana se hacen patentes sus limitaciones y deficiencias; en su dimensión histórica la Iglesia debe ser fiel a la verdad revelada y, al mismo tiempo, al momento histórico que vive, y por su dimensión mistérica la Iglesia ha de vivir hondamente el Misterio de Cristo, que es lo ontológico de la Iglesia.

Las situaciones conflictivas que surgen en la Iglesia por sus dos primeras dimensiones, solamente desaparecerán cuando venga de un modo perfecto y definitivo el Reino del Padre. No pretendamos adelantar los tiempos, no tratemos de que mar etapas; sepamos aceptar las cosas del como las ha dispuesto el Señor y aceptémoslas con verdadero espíritu de fe, aunque nosotros no sepamos, ni conozcamos, la aplicación de muchos de esos casos que a nosotros nos resultan chocantes.

La separación de los buenos y los malos no se hace en este mundo en el que deberán convivir unos con otros, a fin de que los buenos se santifiquen entre los malos y éstos hallen en los buenos un estimulo para el cambio de su vida pecadora. La separación tendrá lugar en el día del juicio en el que se sellará de un modo definitivo la suerte de unos y otros.

Sólo el Señor Jesús purificará a su Iglesia hasta dejarla blanca, pura, inmaculada y sin arrugas ante la presencia del Padre, y en ese trabajo no ha querido el Señor ser ayudado por sus discípulos, sino que se lo ha reservado exclusivamente para sí.

No bastará por lo tanto pertenecer a la Iglesia de Jesucristo; será preciso poseer el Espíritu de Jesucristo y obrar en conformidad con él; será muy conveniente que tú mismo te examines con entera lealtad y veas si por tu modo de vivir en tu intimidad, asimilas el Espíritu del Evangelio y por el modo de manifestar externamente ese espíritu resultas un autentico y verdadero testimonio, si te conviertes en un invisible sacramento de salvación para el mundo.

En la expresión "la red recoge peces de todas las clases" se alude con suficiente claridad a la universalidad del Reino al que es llamada gente de toda clase y condición, de toda cultura y raza, de todo nivel de bondad o de maldad; el Reino no excluye a nadie, nosotros tampoco debemos excluir a nadie, erigiéndonos en jueces que dictaminen y oficiales que ejecutan la sentencia de exclusión y aún de prematura reprobación.

Vivencia.

No dejes de reconocer y de agradecer la inmensa bondad del Señor para contigo, al destinarte a integrar su Iglesia; la pertenencia a la misma es la señal más clara de tu pertenencia al Reino. Vive de tan forma que alcances la gloria del Reino, no por la simple pertenencia a la Iglesia por tu fidelidad al espíritu y a las exigencias del Evangelio.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

Los libros de esta colección puedes comprarlos haciendo click aquí:
www.editorialclaretiana.com.ar

facebook twitter
1px
 

miércoles, 30 de julio de 2014

Miércoles de la decimoséptima semana.

Miércoles de la decimoséptima semana. Mateo 13, 44-46 "Se parece a un tesoro escondido en un campo." Aquí tenemos dos parábolas que nos trae San Ma

Like   Tweet  

Miércoles de la decimoséptima semana.

Mateo 13, 44-46

"Se parece a un tesoro escondido en un campo."

Aquí tenemos dos parábolas que nos trae San Mateo y que tienden a ilustrar una misma verdad: el valor inestimable del Reino de Dios. El que acierta a descubrir ese valor, renuncia con alegría todo lo que posee, para adquirir ese tesoro y así realiza un muy buen negocio, el mejor negocio de toda su vida.

El que encuentra el Reino de los cielos debe dejarlo todo para entrar en él.

Hay que desprenderse de todo lo de la tierra, pues la posesión de Dios es incompatible con el desmedido afán por los bienes de la tierra; no se los dice el Señor: "No se puede servir a Dios y a las riquezas".

Cuando Jesús nos pide que para poseer el tesoro de Dios lo dejamos todo, no te pide a ti, como se lo pide a los religiosos, que te despojes de todo lo terreno, ya que Dios mismo es el que ha puesto en lo temporal; lo que te pide y exige es que no dejes que tu corazón quede apasionado por lo terreno y que elimines de él todo lo que sea desordenado y excesivo.

Pero si para poseer a Dios has de despojarte de todo lo que no eres tú, hablarás de desprenderte, sobre todo y antes que nada, de todo lo que eres tú: tus pensamientos, tus afectos y quereres, tus inclinaciones y conveniencias, tus pasiones, tus instintos en todo eso te impide la posesión de Dios; si tu corazón no está vació de ti mismo, no podrá ser ocupado por Dios.

El que encuentra el Reino de Dios debe dejarlo todo para entrar en él. El que tiene fe en el valor del Reino no se concederá descanso, ni evitará esfuerzos para conseguir la vida del Reino, aun a costa de cualquier precio. Esto será lo más contrario al conformismo con un status de vida espiritual y con la mediocridad de una vida que paralizará el Reino de Dios en sí y en el mundo.

El tesoro de que se nos habla en esta parábola es la posesión de Dios, tesoro en cuya comparación nada son todos los bienes de la tierra.

"Un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas....."

En esta parábola lo único que cambia es el escenario; ahora es un negociante, un comerciante de perlas finas. Ambas parábolas tienen una meta común, una misma finalidad.

El negociante no perdona ni viajes ni molestias por adquirir la perla preciosa encontrada. La enseñas doctrinal de esta parábola es semejante a la de la parábola anterior: la solicitud por el Reino; no hay que dejar todo el terreno por conseguir lo divino. La actitud del mercader, que vende todo y se desprende de todo por conseguir la perla hallada, es la enseñanza formal de la parábola.

Hemos llegado, pues, a una condición esencial para la adicción del Reino: el desprendimiento diligente y alegre de las riquezas y todo el bien terreno: ligaduras que atan e impiden el Reino de Dios en nosotros.

El Reino exige la renuncia total.

La renuncia a lo material tiene premio: la posesión de Dios.

Vivencia.

Guarda en tu corazón la gracia del Señor; ésa es la perla preciosa con la que podrás adquirir el Reino de los cielos. ¡Con cuánto afán buscaríamos el tesoro del Reino, si conociéramos su verdadero valor! Ten presente que tú corazón no lo podrás llevar con nada de este mundo; sólo Dios es capaz de colmar sus deseos y de calmar sus ansias" "Inquieto está nuestra corazón decía San Agustín y no tendrá paz hasta que descanse en Ti." Mira con serenidad y examina con detención si vives en paz, contento, satisfecho en tu intimidad; y si no es así, analiza si es porque en tu interior no está Dios, no está con la debida profundidad de amor y de entrega.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

Los libros de esta colección puedes comprarlos haciendo click aquí:
www.editorialclaretiana.com.ar

facebook twitter
1px
 

domingo, 27 de julio de 2014

DOMINGO 31 DE JULIO DE 2014 – 17 DEL TIEMPO ORDINARIO.

DOMINGO 31 DE JULIO DE 2014 – 17 DEL TIEMPO ORDINARIO. Autor: P. Juan Manuel Toro Vallejo Fuente: www.mensajespanyvida.org SEPAN QUE EL REINO DE DI

Like   Tweet  

DOMINGO 31 DE JULIO DE 2014 – 17 DEL TIEMPO ORDINARIO.

Autor: P. Juan Manuel Toro Vallejo
Fuente: www.mensajespanyvida.org

SEPAN QUE EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA
PRIMERA LECTURA

En Gabaón Yahveh se apareció a Salomón en sueños por la noche. Dijo Dios: « Pídeme lo que quieras que te dé. » Salomón dijo: « Tú has tenido gran amor a tu siervo David mi padre, porque él ha caminado en tu presencia con fidelidad, con justicia y rectitud de corazón contigo. Tú le has conservado este gran amor y le has concedido que hoy se siente en su trono un hijo suyo. Ahora Yahveh mi Dios, tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre, pero yo soy un niño pequeño que no sabe salir ni entrar. Tu siervo está en medio del pueblo que has elegido, pueblo numeroso que no se puede contar ni numerar por su muchedumbre. Concede, pues, a tu siervo, un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal, pues ¿quién será capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan grande? » Plugo a los ojos del Señor esta súplica de Salomón, y le dijo Dios: « Porque has pedido esto y, en vez de pedir para ti larga vida, riquezas, o la muerte de tus enemigos, has pedido discernimiento para saber juzgar, cumplo tu ruego y te doy un corazón sabio e inteligente como no lo hubo antes de ti ni lo habrá después.

SEGUNDA LECTURA

Hermanos: sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.

EVANGELIO

Dijo Jesús a la multitud: "El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. »
« También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
« También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. « ¿Han entendido todo esto? » Le dicen: « Sí. » Y él les dijo: « Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.

¿ENCONTRASTE TU GUACA?

Se conoce de personas que se han hecho inmensamente ricas porque han descubierto una guaca, una fortuna incalculable escondida por otros, como las caletas que la policía ha descubierto del narcotráfico en los montes y en las selvas.

Si días atrás, en el domingo tras anterior, en la parábola del Sembrador decíamos que nosotros éramos el terreno donde Jesús sembraba la semilla de su Palabra, hoy podríamos decir que no hemos hurgado suficiente en ese terreno para descubrir ese tesoro. Jesús es la verdadera guaca que la vida nos da la oportunidad para descubrirla.

Dios está dentro de nosotros… PERO quizá no lo hemos descubierto. Tal vez la tristeza de nuestra vida es que "no hemos ENCONTRADO" al Señor realmente.

Tengamos la seguridad que si descubriéramos que existe un yacimiento de petróleo en determinada propiedad que todos desconocen, no dudaríamos en "VENDER TODO" para comprar dicha propiedad.

De igual manera, mientras más descubramos a Jesús como nuestro tesoro, no tengamos la menor duda que renunciaríamos a todo lo que sea necesario (que es venderlo todo) para poder poseerlo, para hacernos una sola cosa con él. En eso es que consiste en REPRODUCIR LA IMAGEN de Cristo de lo que nos habla la segunda lectura.

Jesús visto como tesoro se convierte en una invitación irresistible para seguirlo, para proclamarlo, y ante todo para unirnos muy íntimamente a él.

Ahora bien, un detalle importantísimo: LA ALEGRÍA que señala el Evangelio de quien encuentra el Tesoro. Encontrar a Jesús, se convierte en la persona en la fuente de alegría para asumir y vivir la vida, se convierte en lo que da sentido a la existencia, en la fuerza que es capaz de dinamizar lo que realizo cada día, en el deseo de vivir con el corazón abierto a los demás y con el alma colmada del entusiasmo sobrenatural que nos dispone para la felicidad.

Señor: Abre nuestros ojos del alma para descubrirte dentro, que no busquemos afuera el tesoro maravilloso que se encuentra en nuestro corazón. Amén

Un abrazo
P. Juan Manuel Toro Vallejo

facebook twitter
1px