domingo, 13 de julio de 2014

DOMINGO 13 DE JULIO DE 2014 - QUINCE DEL TIEMPO ORDINARIO.

DOMINGO 13 DE JULIO DE 2014 - QUINCE DEL TIEMPO ORDINARIO. Autor: P. Juan Manuel Toro Vallejo Fuente: www.mensajespanyvida.org SEPAN QUE EL REINO

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DOMINGO 13 DE JULIO DE 2014 - QUINCE DEL TIEMPO ORDINARIO.

Autor: P. Juan Manuel Toro Vallejo
Fuente: www.mensajespanyvida.org

SEPAN QUE EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA
PRIMERA LECTURA

Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»

SEGUNDA LECTURA

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: "El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!". Los discípulos se acercaron y le dijeron: "¿Por qué les hablas por medio de parábolas?". Él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: 'Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los sane'. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron. Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: éste es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Éste produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".

CAMPESINO CELESTIAL

Hoy, como cada domingo, el Señor sale a depositar una semilla muy especial en el corazón de cada uno de nosotros: SU PALABRA. Aunque está sentado a la orilla del mar (como un pescador) nos habla de semillas.
Siembra que siembra, nunca ha dejado de sembrar. Nunca ha dejado de lanzar la semilla como lo hacen nuestros hermanos del campo, esperando conseguir el alimento que proporciona la vida. Con cuánta razón dirá San Pedro: ¿Señor a quién iremos? Solo tú tienes Palabras de Vida Eterna. El hombre, entonces, tendrá vida dentro de sí, si acoge la Palabra con que el mismo Sembrador siembra en el alma.

Es una semilla buena. La parábola, para nada, dice que hay una semilla más virtuosa que las otras. No. La diferencia, para que se susciten todas las situaciones descritas en el Evangelio, está, no en la semilla, sino en el tipo de terreno que la recibe:
No comprenderla + ser inconstante + enredarse con las preocupaciones del mundo y sus riquezas, o COMPRENDERLA, son las cuatro posibilidades que, nos dice el mismo Señor, nos puede acontecer frente a su Palabra .

El hombre por su naturaleza enferma a causa del pecado, aunque tiene ojos no ve, aunque tiene oídos no oye, aunque tiene corazón no entiende. Es como tierra árida que aunque caiga la semilla como que no se posibilita su proceso vivificador… pero no estamos abandonados. En la primera lectura encontramos la promesa de una lluvia que cae, que empapa, y que fecunda. Es el Espíritu Santo que desde el Bautismo abre nuestro corazón y posibilita que la semilla produzca en nosotros su fruto.

Luchemos pues por ser tierra fértil. Que en nosotros pueda dar fruto abundante la Palabra de Vida que hoy escuchamos; un fruto del que pueda alimentarse tantas personas que espiritualmente están tan necesitados de la vida de Dios. Los cristianos estamos llamados a ser el campo de Dios donde no solo se produzca la vida del mundo, sino donde florezcan las más bellas flores.

Señor: ¿a quién iremos? Sólo tú tienes Palabras de vida eterna.

Un abrazo
P. Juan Manuel Toro Vallejo

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