viernes, 11 de julio de 2014

Viernes de la decimocuarta semana.

Tú, Señor, me sacaste del seno materno, me confiaste al regazo de mi madre; a ti fui entregado desde mi nacimiento. Salmo 22 Viernes de la decimocuar

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Tú, Señor, me sacaste del seno materno, me confiaste al regazo de mi madre; a ti fui entregado desde mi nacimiento. Salmo 22

Viernes de la decimocuarta semana.

Mateo 10,16-23

"Los envió como a ovejas en medio de lobos."

Vamos meditando las Palabras del Evangelio, que nos recuerdan la necesidad de ser enviados por el Señor, de ser sus apóstoles. Que Él necesita continuar su obra de Evangelización en el mundo, "porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido" (Lc 19,10); "no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo" (Jn 12,47).

Los continuadores de esa obra de salvación del mundo, somos nosotros, por expresa y amorosa elección de Jesús.

Habremos de encontrar dificultades, que el Señor expresa o denomina por el apelativo de "lobos"; pero superando la fuerza de las adversidades y de los enemigos sentiremos el respaldo de Jesús.

La predicación del Evangelio provocará el odio o, al menos, el desprecio de todo aquellos que no son de Cristo; pero ha de ser para nosotros motivos de gran consuelo el saber que somos perseguidos, odiados o menospreciados, o tenidos en menos por el amor del Señor.

Ya los primeros cristianos fueron escarnecidos por el hombre de Jesucristo, como nos lo recuerda San Pedro: "Felices si son injuriados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre ustedes" ( 1 Ped 4,14)...."Que nadie tenga que sufrir como asesino, ladrón, malhechor o delator, pero si sufre por cristiano, que no avergüence y glorifique a Dios por llevar ese nombre" (15-16).

A pesar de todas las dificultades y oposiciones, nosotros debemos mantenernos perseverantes y firmes en la fe y en el amor, en la justicia u en la santidad de vida.

"Sean prudentes.....sean sencillos."

Habiendo vivido rodeados de tantos peligros y de tan enconados enemigos, deberemos mantenernos siempre en prudencia y sencillez, deberemos ser siempre circunspectos a fin de evitar lo que de un modo u otro pudiera interpretarse como antitestimonio de nuestra fe; pero, al mismo tiempo, vivir con sencillez, queriendo bien a todos, tratándolos con respeto y compasión amistosa.

El sentido del termino arameo, empleado por San Mateo, y traducido por "sencillos", apunta más bien a "ser perfectos". La perfección consiste en la simplicidad, la sencillez y ausencia de complicaciones. Al verdadero apóstol de Jesús nada debe complicarlo; para él lo más sencillo y perfecto a lo que debe tender es a vivir en el amor de Dios.

Pero no debemos confundir la simplicidad con la ingenuidad, ni el apostolado con el ímpetu descontrolado, ni la prudencia con el calculo egoísta.

Ciertos modos y timidez, ciertas perezas para el apostolado, ciertos egoísmos en nuestra vida comunitaria, solemos cubrirlos con las apariencias de prudencia y mesura.

Vivencia:

El Señor nos advierte que en el ejercicio de nuestro apostolado, cuando hablemos de Jesús, no seremos nosotros los que hablaremos, sino que Él nos enviará en ese momento su Espíritu sobre nosotros, su Espíritu que es el Espíritu de sabiduría y de consejo. No dejemos de pedir ese divino Espíritu.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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