jueves, 24 de julio de 2014

Jueves de la decimosexta semana.

Jueves de la decimosexta semana. Mateo 13, 10-17 "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos." Anverso y reverso d

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Jueves de la decimosexta semana.

Mateo 13, 10-17

"A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos."

Anverso y reverso de este texto evangélico: los que oyen la Palabra de Dios y la aceptan y los que rechazan, haciéndose responsables de la esterilidad en ellos de la divina Palabra.

Lo cierto es que no es Dios el que endurece el corazón del hombre; la misión del Señor Jesús es docente- salvadora: enseña que viene a salvar, que ha venido a salvar, que ofrece todos los medios para que el hombre reciba la salvación; pero es el hombre el que debe reconocer y aceptar esa salvación; de lo contrario, el gesto salvador y aceptar esa salvación; de lo contrario, el gesto salvador de Dios puede quedar estéril por falta de correspondencia del hombre.

Hay cierto endurecimiento culpable del espíritu, que causa y explica la perdida de la gracia, éste es el pecado de negar la verdad, de pecar contra la luz.

"No he venido para condenar al mundo, sino para salvar al mundo" (Jn 12,47). "El Hijo de Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido" (Lc 19,10).

Ésta es la voluntad del Señor, éste es su plan. En esto nosotros hemos sido más benéficos por la misericordiosa bondad de nuestro Dios.

"A ustedes se les ha concedido", es decir: a ustedes, porque se han dispuesto a recibir los secretos del Reino, pero también a ustedes, no por sus meritos, sino porque fueron elegidos por la infinita bondad del Señor. Quizás en ocasiones sintamos que no estamos dispuestos para recibir las influencias de la gracia, las inspiraciones e impulsos del Espíritu de Dios; seguramente en esos momentos nos estará faltando humildad, rectitud, sinceridad con nosotros mismos y con Dios.

La luz para ver todo eso y la gracia para buscar y conseguir las requeridas disposiciones nos vienen de Dios; acudamos a Él por la oración; en esos momentos nos podrá hacer mucho bien el dialogo con los hermanos, pero mucho más bien nos hará dialogo con Dios.

Es que los misterios secretos encerrados en el mensaje evangélico no se captan con la humana sabiduría, sino con la sabiduría de Dios, dejando que el Espíritu ilumine y mueva y secundando nosotros esa moción de los dones del Espíritu Santo.

"Felices los ojos de ustedes porque ven, felices sus oídos porque oyen."

Nuestro corazón no está endurecido; siente las cosas de Dios y escuda su Palabra. Por eso somos felices y por eso la gracia del Señor puede hacer en nosotros maravillas, si es que nosotros respondemos con generosidad a sus instancias. Somos, en verdad, los hijos de la predilección.

¡Cuántos hubieran respondido mejor que nosotros, si ellos hubieran respondido las gracias de las que nosotros hemos sido objetivo y termino!

Por eso es que nosotros no debemos por mejores que nadie, pues no sabemos en ningún caso cómo hubieran respondido los demás y, en cambio, nos consta la poca respuesta de parte nuestra.

Vivencia.

Deberé disponerme para poder ahondar más y más en el conocimiento de las intimidades del Espíritu; para poder penetrar el sentimiento de la Palabra de Dios; para llegar a conocer en mayor profundidad la razón de ser y el sentido que tiene mi vida de consagración a Dios. Por otra parte daré gracias al Señor, porque también en mí "ha echo maravillas" su bondad infinita: por eso rezaré hoy detenidamente el canto de la Virgen.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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