domingo, 12 de abril de 2015

Domingo de la 2ª semana de Pascua

Domingo de la 2ª semana de Pascua Autor: Fuente: archimadrid.es PRIMERA LECTURA Todos pensaban y sentían lo mismo Lectura del libro de los Hechos

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Domingo de la 2ª semana de Pascua

Autor:
Fuente: archimadrid.es

PRIMERA LECTURA
Todos pensaban y sentían lo mismo
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 32-35

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.

Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.

Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

Palabra de Dios.

Sal 117, 2-4. 16ab-18. 22-24
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios,
él nos ilumina. R.

SEGUNDA LECTURA
Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5, 1-6

Queridos hermanos:

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él.

En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.

Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.

Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

Palabra de Dios.

EVANGELIO
A los ocho días, llegó Jesús
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

«Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. »

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

«Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó:

«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

«Paz a vosotros.»

Luego dijo a Tomás:

«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás:

«¡Señor mío y Dios mío!»

Jesús le dijo:

«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor

Darlo todo.

"Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: – «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: – «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»" ¡Pobre Tomás! Siempre lo ponemos como ejemplo de incredulidad y sin duda debía ser el más valiente de los apóstoles. Todos encerrados por miedo a los judíos… y él, a hacer la compra. No es culpa de Tomás el no creer, no había recibido el Espíritu Santo y los apóstoles le parecerían un grupo de gallinas asustadas que veían visiones ¿Cómo iba a hacerles caso?. Por eso pone sus condiciones a la fe, a ver al crucificado resucitado (yo creo que aún no creía que era Dios). Y Jesús, que no había dejado que le tocase María Magdalena cumple sus caprichos: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Cuando nos falta la gracia nos volvemos caprichosos, cuando no dejamos que Jesús sea Dios nos volvemos caprichosos, cuando no nos fiamos de la Iglesia nos volvemos caprichosos. Tenemos derecho a ser caprichosos, Jesús nos entiende e incluso, alguna vez, nos concede los caprichos. Pero sólo cuando pensamos que Jesús es el crucificado y no es Dios. Quiero decir que pensamos que Jesús ha hecho algo por nosotros y entonces nuestra preocupación es devolvérselo. Cuando las cosas se nos ponen "cesta arriba" nos es difícil ver que Jesús haya hecho bastante por nosotros. Y entonces queremos que Dios haga las cosas a nuestra manera: "Concédeme la salud" "quítame las tentaciones" "evítame el desprecio" etc. No nos damos cuenta que Jesús es Dios y no nos ha dado algo, lo ha hecho todo nuevo. Y todo, es todo: nuestra enfermedad, nuestras tentaciones, los desprecios, incluso nuestras caídas. Cuando uno se da cuenta de eso entonces exclama: «¡Señor mío y Dios mío!», y deja de ser caprichoso ante Dios, que haga lo que Él quiera que será lo mejor.

"En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor." Si lo tenían todo en común era por la conciencia clara de que todo era recibido, no eran dueños de nada pues todo les había sido dado. Vivir en gracia es vivir la gratuidad. De ahí también viene la fraternidad: "Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él." No porque nos llevemos mejor o peor, sino porque todos hemos recibido el ser hijos gratuitamente y, por lo tanto, hermanos.

Terminamos la octava de Pascua, pero seguimos viviendo de la resurrección de Jesucristo. Hoy es el domingo de la divina misericordia. La víspera de este día Juan Pablo II fue al encuentro del Padre. ¿Vamos a pedirle a Dios más pruebas de su misericordia?. Vamos a dejar los dedos y las manos en su sitio y mirando, con los ojos de María, al resucitado digamos: "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia."

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