viernes, 12 de junio de 2015

Viernes de la undécima semana.

Viernes de la undécima semana. Mateo 6,19-23 "No acumulen tesoros en la tierra.....acumulen tesoros del cielo." No prohíbe el Señor un prudente cui

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Viernes de la undécima semana.

Mateo 6,19-23

"No acumulen tesoros en la tierra.....acumulen tesoros del cielo."

No prohíbe el Señor un prudente cuidado y moderada preparación por las cosas materiales; la prudencia en la previsión del futuro, para nosotros y para los demás, es una virtud, no sólo humana, sino también cristiana.

Pero no es posible que un hijo de Dios se azore de tal forma por las cosas materiales, que pierda de vista las espirituales.

El desprendimiento de lo material, por la pobreza evangélica, ha de llevarnos vivir preocupados de un modo intenso por lo espiritual; que lo material ocupe en nuestra vida solamente el lugar necesario.

Dichoso el que, dando las cosas terrenas la atención necesaria, pone su principal cuidado en que venga el Reino de Dios.

Cuidemos el que, dando las cosas terrenas la atención necesaria, pone su principal en que venga el Reino de Dios.

Cuidemos las cosas de Dios y Dios cuidará de nuestras cosas.

Los tesoros, que son verdaderamente tales, en la presencia y en la valoración del Señor, no son las alhajas, los vestidos, el dinero, las posesiones....; son los tesoros del cielo, que son imperecederos; la vista y el amor de Dios y aquellos tesoros espirituales, que en esta tierra podemos adquirir, y nos harán posible la adquisición de los valores del cielo; las buenas obras, la oración, la caridad.

"Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado."

Si tu ojo está sano, si tu ojo es sencillo, todo lo veras con sencillez y limpieza; todo es del color del cristal con que se mira; si tu ojo es blanco, todo lo veras blanco, limpio y recto; no suelen ser las cosas tan malas, como nosotros las juzgamos; somos nosotros los que ponemos malicia en ellas, somos nosotros los que moleamos las cosas por nuestra mala intención, por la malicia con que la miramos, la usamos y la juzgamos.

Solemos tener una doble medida, para nosotros y para los demás; es la ley del embudo: lo ancho para mí y para ti lo agudo.

En sentido bíblico, el ojo del hombre es su corazón, que debe conservarse sencillo, limpio, ajeno de toda la mala intención, de cualquier clase se malicia.

La enseñanza del Señor es que "todo el hombre", en su parte intelectual y en su parte afectiva, debe ser recto y bueno. Sus pensamientos, sus ideas, sus juicios, sus sentimientos y sus afectos...todo ha de estar en conformidad con la ley de la salud espiritual de que debe gozar el hijo de Dios.

"Allí donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón"; vale decir, que todo el hombre debe pensar, obrar con rectitud, para que sus pensamientos, sus sentimientos y sus obras puedan ser catalogadas como tesoros con los que podrá ganar el cielo.

Vivencia:

Tratarás de no poner nunca la maldad en las obras y conducta de los demás.

Has dedicado tu vida, no a lo material, sino a lo espiritual; que si sea tu conducta; que tu modo de vivir responda a la meta que te has trazado.

Que sea tu vida tan limpia, que limpies cuanto tocas, cuanto piensas, cuanto sientas, cuanto realices; sé limpio y lucido y comunica lucidez y limpieza.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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