miércoles, 10 de junio de 2015

Miércoles de la undécima semana.

Miércoles de la undécima semana. Mateo 6,1-6.16-18 "Tengan cuidado de no practicar su justicia de los hombres para ser vistos por ellos." Esa prime

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Miércoles de la undécima semana.

Mateo 6,1-6.16-18

"Tengan cuidado de no practicar su justicia de los hombres para ser vistos por ellos."

Esa primera afirmación que hace el Señor, viene a ser como un tesis que luego probará con los tres ejemplos de la limosna, la oración y el ayuno.

Cuando hagas limosna......cuando ores.....cuando ayunes....es decir: en toda nuestra vida, en todas nuestras acciones, en todo nuestro proceder....debemos practicar la justicia.

Practicar la justicia es practicar las buenas obras, que nos harán justos a los ojos de Dios.

Hay, pues, dos formas muy diferentes de practicar la justicia, de hacer las buenas obras: para que nos vean los hombres y así seamos distinguidos por ellos, o para que nos vea el Padre celestial y así que Él satisfecho del modo de proceder de sus hijos.

Para un cristiano no puede faltar otra finalidad de sus obras que el amor de Dios.

Pero no se reprueba el que las buenas obras se hagan en publico, para que el Padre celestial sea glorificado, como nos dice expresamente San Mateo 5,16; sino el que se hagan buscando las alabanzas y estima de los hombres.

Nosotros debemos ser auténticos testigos de Cristo resucitado; siendo testigos, debemos dar testimonio; luego nuestras obras deben ser testimonios vivientes del Señor; todos deben ver que estamos viviendo al Señor, que el Señor resucitó y vive en nosotros.

Nosotros debemos ser apóstoles; pero no solamente con la oración y el ejemplo, sino también con la palabra; esa palabra será la que explique el porqué de las acciones y de la vida.

Y esa explicación, respaldada por la vida, será el mejor testimonio.

Pero, cuidado con la presunción, con la vanagloria, con la propia complacencia, con buscarnos a nosotros mismos, en lugar de buscar a Dios.

En todos estos ejemplos, el Señor nos fuerza a la "interioridad" y a ka rectitud de toda nuestra vida.

"Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará."

La recompensa que el Padre da a sus hijos es aumentar en ellos su amor; ¡que mejor recompensa!

La recompensa del Padre es hacer felices a sus hijos; con una felicidad no engañosa, no externa, sino intima, porque Él ve en lo secreto de ser y allí en lo secreto, en lo más intimo y recóndito, es donde deposita su amor, su paz y su felicidad.

No dejes de tener esto en cuenta, cuando las cosas no te salgan a pedir de boca, cuando los hombres no valoren su vida; pero no hagas nada por ellos, sino solamente por el Padre de todos, que está en los cielos. A fin y al cabo, haciendo todo por el Padre, todo lo haces también por los hombres.

Vivencia:

No busques nunca la recompensa de tus buenas obras en la opinión de los demás, sino en el agrado del Padre celestial.

No hagas las cosas por ellos, pero tampoco te aflijas porque ellos no las reconocen, siempre y cuando no seas tú el culpable de que ellos no vean en ti a Dios.

Pero no olvides que debes ser testimonio del Señor y que todos cuantos miren a ti no puedan menos de ver en ti al Padre celestial y a su Hijo Jesucristo, el Redentor.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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