viernes, 16 de octubre de 2015

Sábado de la vigésimo octava semana.

Sábado de la vigésimo octava semana. Lucas 12, 8-12 "El que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los angeles de Dios." L

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Sábado de la vigésimo octava semana.

Lucas 12, 8-12

"El que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los angeles de Dios."

La opción del hombre a favor o en contra de Jesús es la que decide sus existencia temporal y su suerte definitiva, escatológica.

Su existencia terrena cambia substancialmente si acepta a Jesús, porque aceptar a Jesús es una vida de justicia, de honestidad y moral en la que el egoísmo o cualquiera otra pasión ya no tienen cabida; ese aceptar un cambio radical en las relaciones con el prójimo, que ya no estarán sino por el amor fraterno; ya no se buscaran el dinero o el placer, o la comodidad, sino aquel precepto del Maestro: "Su mandamiento es éste: que nos amemos unos a los otros como nos amó" (1 Jn 3, 23).

"Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros; así como yo los e amando, ámense también ustedes los unos a los otros. En todo todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros" (Jn 13, 34-35).

Y la suerte definitiva, escatológica, depende también de la elección que se ha hecho de Jesús en la vida; aquel que dé testimonio de Jesús en su vida ante los hombres, se verá respaldado por el testimonio de Jesús ante el Padre, como lo dice el mismo Jesús: "Aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá abiertamente delante de los hombres, el Hijo del Hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios; pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios".

La expresión "el Hijo del Hombre" designa a Jesús en su condicion histórica.

Has de confesar a Jesucristo delante de los hombres y lo has de hacer ya con tu palabra, ya con el testimonio de tu vida diaria:

-con el testimonio de vida, que sea el que dé fuerza y convicción a tus palabras; pero también

con tu palabra que explique, aclare y dé a conocer el sentimiento, de tu manera de vivir.

"El Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que conviene decir."

Los confesores de la fe, lo mismo que Jesús, serán hombres poseídos por el Espíritu; por eso actúa en los creyentes de modo especial cuando tienen que confesar a Jesucristo delante de los hombres.

El don de fortaleza recibido con el Espíritu Santo llevará a los seguidores de Jesucristo a confesarlo delante de los hombres por Mesías e Hijo de Dios y entonces el Hijo del Hombre los confesará por dignos discípulos suyos ante los ángeles de Dios, lo mismo que negará al que lo niegue.

Déjate gobernar por el Espíritu; acepta sus inspiraciones como las directrices que han de marcar el rumbo de tu vida; secunda en ti las mociones de la gracia, que elevarán tu vida dándote un sentido de profunda espiritualidad.

Cuando tengas que hablar en publico, o tomar alguna determinación ya sea para tu vida intima, personal, ya en orden a la comunidad en la que estás insertado, no dejas de invocar al Espíritu Santo; Él es el que da la gracia y Él es el que renueva la faz de la tierra y el secreto de los corazones.

Vivencia:

Quizá en alguna oportunidad ante el recuerdo de los pecados que has cometido en tu porvenir, de temer el juicio de Dios.

Pues, aquí Jesús te da el mejor medio de que pueda serenarte de tus angustias y calmar en ti el temor y la ansiedad: Él te promete que si tú ahora lo das a conocer a los hombres, te dedicas al apostolado, te conviertes en un profeta suyo, en un apóstol de su Reino, Él saldrá en defensa tuya, Él te apoyará, Él será tu Salvador.

No puedes pretender mayor seguridad y mejor confianza.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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