lunes, 13 de julio de 2015

Lunes de la decimoquinta semana

Lunes de la decimoquinta semana. Mateo 10,34-42 "No piensen que han venido a traer la paz....." Hay palabras de Jesús que resuenan como latigazos y

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Lunes de la decimoquinta semana.

Mateo 10,34-42

"No piensen que han venido a traer la paz....."

Hay palabras de Jesús que resuenan como latigazos y estallan en el aire de las conciencias cristianas adormecidas o cómodas; frases que aun prescindiendo del contexto histórico y de lugar en las que se pronunciaron, suenan difíciles en su interpretación por los audaces exigentes.

Ninguna palabra del Señor debe interpretarse aislada del contexto general, sino dentro de la tónica dominante en su Evangelio. No predica Jesús nunca la guerra contra el otro, la guerra que empuña la espada, el fusil, la metralleta, la bomba, la envidia, la opresión, la injusticia....ninguna de estas armas predica el Señor; mando más bien a envainar la espada: "porque el que a hierro mata a hierro muere" (Mt 26,52); ordena perdonar las ofensas: "Hasta setenta veces siete" (Mt 18,22).

La guerra que Jesús viene a traer es la guerra contra nosotros mismos, contra las malas inclinaciones, contra nuestro egoísmo, nuestra sensualidad, nuestra soberbia, nuestra pereza, y nuestra comodidad, nuestra avaricia, contra todo eso tan arraigado en lo más hondo de nuestra naturaleza pecadora. Estar en guerra contra nosotros mismos, para poder vivir en paz con los demás; hacernos violencia constante a nosotros mismos, para poder ser amables, justos y bondadosos con los demás.

El mensaje evangélico no sólo provocará contradicciones de parte de sus enemigos, sino que será ocasión de divisiones entre los mimos allegados; no faltará quienes se resistan a abandonar sus vicios y acomodar sus vidas a los principios evangélicos. Hasta los lazos más sagrados quedarán rotos, al declararse unos al favor y otros en contra de Jesucristo.

¡Cristo es Príncipe de la paz! (Is 9,5)!

Vino a establecer la paz entre los hombres; así lo anunciaron ya los hombres; así lo anunciaron ya los ángeles sobre la gruta de Belén (Lc 2,14).

"El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí."

Tomar la cruz o cargar con ella quiere expresar que el verdadero discípulo de Jesús debe estar dispuesto a sufrir cualquier clase de sufrimientos, privaciones y humillaciones, antes que quebrar la fidelidad al Señor.

Repetidamente los sinópticos repiten esta misma frase: "tomar la cruz"; es señal de que de la boca del Señor salió con frecuencia y que impactó hondamente a los discípulos, por el énfasis con que las pronunciaría el Maestro.

Seguir a Jesús con la cruz, ir detrás de Él no es otra cosa que seguir e imitar sus ejemplos, calcar su vida en la nuestra, vivir de su espíritu.

Todo esto requerirá las renuncias propias de todo discípulo del Señor. Sólo el amor explica la renuncia a la familia, a la formación del propio hogar e incluso la aceptación de la cruz, hasta el martirio su fuera preciso.

Vivencia:

San Lucas deja constancia de la profecía de Simeón, según el cual Jesús seria "señal de contradicción" (Lc 2,34)...Todo cristiano en la vida se encuentra llamado a tomar decisiones dolorosas....Si las astillas de ka cruz, que debe llevar en su vida y en su corazón.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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