domingo, 5 de julio de 2015

DOMINGO 05 DE JULIO DE 2015 - DÉCIMO TERCERO DEL T.O.

DOMINGO 05 DE JULIO DE 2015 - DÉCIMO TERCERO DEL T.O. Autor: P Juan Manuel Toro V. Fuente: www.mensajespanyvida.org SEPAN QUE EL REINO DE DIOS ES

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DOMINGO 05 DE JULIO DE 2015 - DÉCIMO TERCERO DEL T.O.

Autor: P Juan Manuel Toro V.
Fuente: www.mensajespanyvida.org

SEPAN QUE EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA

PRIMERA LECTURA (Ezequiel)

En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: «Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor." Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.»

SEGUNDA LECTURA (2 Corintios)

Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

EVANGELIO (San Marcos)

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: « ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

LA COTIDIANIDAD ENCEGUECE

Existe siempre en el hombre un peligro latente: que lo cotidiano, es decir lo repetitivo, lo que tenemos que vivir todos los días, como que puede anestesiarnos e impedirnos descubrir la belleza que la cotidianidad contiene, y entonces nos sumerge en la terrible RUTINA, que mata al hombre y lo incapacita para descubrir el amor. Nos quedamos en lo superficial de las cosas, y no tenemos acceso al interior, a lo transcendente, al misterio, quedamos atados a lo inmediato. Eso le paso a Jesús en el Evangelio. Porque él creció con aquella gente, en Nazareth, donde lo vieron crecer, lo vieron trabajar como carpintero, veían a diario a su Santísima madre, la Virgen María… no fueron capaces de descubrir en él "EL PROFETA" prometido desde todos los tiempos.

¿Por qué nos pasa esto? La respuesta nos la da la primera lectura: tenemos un corazón rebelde, testarudo y obstinado. Cuando estamos "ACOSTUMBRADOS" a ver las cosas como nos gusta, como nos conviene, o simplemente como siempre han sido, nos cuesta enormemente que Dios nos desinstale, nos cambie el rumbo, nos pida nuevos comportamientos… y viene el rechazo. La incredulidad, es precisamente la incapacidad de acoger, la manifestación de la gloria de Dios, en la sabiduría misteriosa de un carpintero de Nazaret.

Francisco de Asís, precisamente por humildad y sencillez, era capaz de leer a Dios en las criaturas, sentir que hasta la misma naturaleza le revelaba la presencia y un mensaje de Dios. Eso lo ha perdido ya el hombre, y por eso la destruimos, como lo ha dicho el Papa en su nueva encíclica.

La segunda dificultad para la fe, es buscar a Dios en lo sorprendente y extraordinario y en lo que suene a PERFECTO. Nos parece poco digno encontrarlo en lo sencillo y habitual, como miembro de una familia insignificante. No acabamos de creer que a Dios se le descubre en lo cotidiano: en las tristezas y alegrías, en la debilidad, (como nos dice en la segunda lectura San Pablo), en un amigo, un familiar, un vecino y sobre todo en los pobres, los enfermos, los necesitados.

Señor, ábreme los ojos de la fe, para saber descubrirte a mi lado en las cosas sencillas y en las personas que me rodean.

Un abrazo
P Juan Manuel Toro V.

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