miércoles, 6 de mayo de 2015

Miércoles de la quinta semana de Pascua.

Miércoles de la quinta semana de Pascua. Juan 15, 1-8 "Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no pe

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Miércoles de la quinta semana de Pascua.

Juan 15, 1-8

"Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí."

El fruto que Dios espera de nosotros es la santidad de una vida fiel; a los mandamientos, especialmente del amor.

En el Antiguo Testamento se habla con frecuencia del Pueblo de Israel, designándolo y aplicándole la metáfora de "la viña de Yavé". Puede verse el capítulo cinco de Isaías, que es la canción de la viña, alegoría luego por otros profetas.
En el Nuevo Testamento la viña se refiere al Reino de Dios, pero Jesús le da una aplicación muy personal; Jesús no sólo seguirá presente en los suyos, sino que los suyos no podrán subsistir en cuanto tales, sin estar unidos a Él como los sarmientos a la vid; separados de Jesús, nada se puede esperar, sino esterilidad y muerte.

Desde el día de nuestro bautismo estamos injertados en Cristo, somos sarmientos suyos; de Él tomamos la savia, que es la vida divina, la gracia santificante; pero la vida tiene una dinámica que impulsa al crecimiento; sino creemos en Cristo por medio de la santidad, es señal de que estamos desgajados de la vid.

Se crece en la vida de la gracia por medio de la práctica de las virtudes y la recepción de los sacramentos.

"La gloria de mi Padre consiste en que den fruto abundante y así sean mis discípulos."

Permanecer en Cristo es tener vida de intimidad con Él; cobrar conciencia de que Él vive en nosotros y nosotros en Él.

Tenemos la relación vital con Él más que el hijo con su madre y así es como llegaremos a ser "otro Cristo"; imitar a Cristo es fácil, cuando se lo ama hondamente.

Y cuando se llega a vivir íntimamente unido a Cristo y a imitarlo en todas sus obras, pensamientos y sentimientos, es cuando se comienza a dar frutos que complacen al Padre celestial; es una locura pensar que un sarmiento seco pueda producir fruto, pero es todavía una locura mayor pretender ser apóstol al margen de Cristo; porque apostolado es dar a Cristo y nadie da lo que tiene.

Estar unido a Cristo es pensar y querer con Él; entonces todo lo que hacemos es agradable al Padre Celestial. Y eso, y no otra cosa, es ser verdadero discípulo de Jesús y eso es glorificar al Padre, que está en los cielos.

Vivencia.

Nadie ha podido decir lo que dijo Jesús: "permanezcan en mí y yo en ustedes"; Cristo lo ha dicho y lo a realizado; al creer en Él y al recibirlo en la Comunión, vivimos en Él, de su gracia, de su Vida, y Él vive en nosotros, amando al Padre en nosotros. Si no avanzamos en la vida espiritual, es por falta de unión con Cristo; sin Él no podemos dar un paso; de ahí la necesidad del contacto personal con Cristo. ¿Puedes decir que estás unido a Cristo, porque piensas y obras por Él, y con Él y como Él?

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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