miércoles, 2 de septiembre de 2015

Miércoles de la vigésimo segunda semana

Miércoles de la vigésimo segunda semana. Lucas 4,38-44 "Todos los que tenia enfermos afectador de diversas dolencias se los llevaron." Jesús se ha

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Miércoles de la vigésimo segunda semana.

Lucas 4,38-44

"Todos los que tenia enfermos afectador de diversas dolencias se los llevaron."

Jesús se ha dedicado a curar a los enfermos y los posesos; comenzó curando a la suegra de Pedro y siguió con numerosos enfermos que lo rodeaban suplicantes. No los curaba masivamente, sino "imponiendo las manos sobre cada uno de ellos", en una actitud de respeto hacia la personalidad de cada enfermo.

Y los mismo poseídos de los demonios también quedaban curados, ya que "de muchos salían demonios" y así quedaban curados de su diabólica enfermedad.

Por este pasaje del Evangelio vemos que Jesús es el refugio de todas las necesidades, la medicina de todos los enfermos, la cama para todos los angustiados; que en Él y solamente en Él los enfermos de cualquier dolencia van a poder hallar nueva salud.

Pero no has de limitar esta salud a las enfermedades del cuerpo; también para las de alma tiene Jesús el oportuno medicamento; de ahí que si tú gozas de buena salud en tu cuerpo, también necesitas de Él y también debes de acudir a Él con la sencillez y la confianza con la que los enfermos rodeaban a Jesús.

Cuantos se sientan "enfermos de diversas dolencias": angustias que opriman el corazón o atenacen el espíritu...; así cuando tú sientes agobiado por algún mal espiritual, acude a este tu Divino Medico, que tiene los medios para poderte aliviar de tu dolencia, Jesús mismo como Medico bondadoso nos invita a que vayamos a Él: "Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados y yo los aliviaré" (Mt 11,28).

San Agustín, después de probar todas las fuentes que se le ofrecían para apagar su sed de felicidad, no tubo más remedio que confesar: "Señor, has hecho nuestro corazón y lo has creado para Ti, de suerte que no halla paz sino que se halla inquieto hasta que no descance en Ti."

"Tengo que anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado."

Jesús iba predicando pro todas las sinagogas y en todos los pueblos y a toda la gente; Jesús no era la respuesta para grupo de predilectos, sino para todos; por eso el Señor no quiere que lo retenga un grupo, ni aun con el pretexto de agradecerle sus beneficios y sus curaciones; Jesús se debe a todos y busca a todos, porque para todos ha venido y por todos se ha entregado al Padre.

Por eso impone la calma a la gente, para evitar que sea reconocido como un Mesías político o un simple ejecutor de prodigios; la gente ve en Jesús el cumplimiento de sus esperanzas y la superación de sus angustias; así consigna San Lucas: "La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, quería retenerlo para que no se aleja de ellos."

Jesús tiene que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, pero ahora , en el mundo de hoy y para los hombres de hoy, lo debe hacer por tu intermedio.

El mundo de hoy habrá de salvarse por el Evangelio de Jesucristo, pero transmitido por ti, anunciado por ti, de suerte que ésa es tu vocación y "para eso has venido": para actualizar a Jesucristo, para hacer presente a Jesucristo aquí y ahora en esos hombres que viven en el mismo mundo en que tú vives.

Vivencia.

"La multitud comenzó"; buscaban a Jesús, porque Él hallaba la salud para los enfermos, el consuelo para sus penas, la palabras que los instruya, el consejo que los orientaban buscaban a Jesús como remediador de todos sus males y dador de todos los bienes. Así debes de buscar tú a Jesús con el mismo afán, con idéntico empeño, con tan ferviente preocupación, pues Jesús puede ser para ti lo que fue para aquella sencilla gente que lo buscaba y lo seguía. Pero si tú tienes que ser el Jesucristo de hoy para la gente de hoy, para el mundo de hoy -como hemos reflexionado anteriormente tú tienes que presentarte ante el mundo con tales atractivos de virtud, con tal aliciente de santidad, que cuantos te vean y te conozcan sientan el deseo de imitarte, de ser como tú eres, de vivir como tú vives.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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