jueves, 3 de septiembre de 2015

Jueves de la vigésima segunda semana

Jueves de la vigésima segunda semana. Lucas 5,1-11 "La multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios." Jesús se ve rod

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Jueves de la vigésima segunda semana.

Lucas 5,1-11

"La multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios."

Jesús se ve rodeado de la gente, ansioso de escuchar la Palabra de Dios; aquella gente tenia hambre y sed de justicia, hambre y sed de la Palabra de Dios.

Lo rodeada de tal forma, que casi le impide sus indispensables movimientos y así Jesús ordena a Pedro que se dirigía con la barca más adentro.

"Navega mar adentro".

Adentro de ti, no fuera de ti; en tus profundidades, en tu intimidad no en lo que te rodea, no en lo eres tú; en el silencio de tus profundidades y no en la agitación y el bullicio de tu actividad exterior; en la abstracción de todo lo que no sea Dios, las cosas de Dios.

Para llegar a ese tu interior, deberás alejarte de muchas cosas que rozan tu exterior; para ubicarte en ese fecundo silencio, deberás hacer callar muchas voces, muchas conversaciones, muchos ruidos, mucho bullicio y agitación; de Dios habla en el silencio; la Biblia dice que Dios habla del desierto, sino en el desierto físico de ausencia de población, sí en el desierto del corazón, ese corazón que se halla despojado de todo.

Puede ser que por razón de sus deberes de estado debas hallarte entre los ruidos de la plaza; pero te digo que un entre esos ruidos tu corazón debe estar en silencio delante de Dios y te digo también que, por más que por tu vocación debas estar en el bullicio del mundo, es imprescindible que haya en tu vida momentos en los que te alejes de todo y de todos y te dediques única y exclusivamente al silencio, al recogimiento, a la oración, a tu intimidad con Dios.

Los santos parecieron tan entregados a sus prójimos, como absorbidos por la presencia de Dios en ellos. San Antonio Maria Claret, acompañado el séquito de la Reina entre las multitudes, no perdía su interrumpido coloquio con Jesús Sacramentado, que llevaba en su pecho.

En las playas se sienten ruidos, rumores, gritos: solamente mar adentro es donde se goza del suave deslizarse de las olas y del alejamiento del trajinar mundanal; solamente allí dentro del corazón se podrá gustar de las suaves delicias de ese Dios que nos acompaña de continuo.

Y no píense que la espiritualidad laical, propia de los laicos cristianos, te exime de la interioridad de tu vida espiritual; sin ésta mal podrás contrarrestar las influencias de cuanto te rodea.

"Si tú lo dices, echaré las redes."

Habrá que echar la redes en el Nombre de Jesús, confiados en su Palabra; pero esa Palabra solamente se hace oír cuando hemos bogado mar adentro, cuando hemos penetrado en la soledad de nuestro interior.

La hora de echar las redes es cuando el corazón ya penetró dentro de sí. En el profeta Oseas el Señor le habla así: "La llevaré al desierto y le hablaré al corazón" (Os 2,16); en el silencio, en el alejamiento del bullicio, todo ello significa por el desierto, es donde Dios suele hablar al hombre; es que hay silencios que son muy propicios para captar la voz del Espíritu; hay silencios que son muy elocuentes; hay silencios en los que se aprenden muchas cosas.

Esos son los silencios que debes de buscar y a ellos debes retirarte con frecuencia.

Trabaja con Cristo; échala las redes en su Nombre.

Sin Cristo ¡cuántas inútiles, cuántos trabajos sin fruto, cuántos esfuerzos vanos!

"De ahora en adelante serás pescador de hombres."

Pero si, lejos de separarnos de Jesús, nos unimos estrechamente con Él, todo cambiará; Pedro echó las redes en Nombre de Jesús y "pescaron gran cantidad de peces".

Es el fruto del trabajo con Jesús, cuando se trabaja estando en la gracia de Dios, cuando todo se hace con rectitud de intención.

Trabaja en el apostatado no por ser visto por los hombres, como dice el Evangelio que hacia los fariseos, sino para agradar a Dios y para salvar a los hombres; hazlo todo por Dios y únicamente por Dios; es el único que puede dar sentido a tus obras; haz las cosas no movido por capricho, sino siguiendo la voluntad de Dios.

Vivencia.

En lo más intimo de tu conciencia debes estar de continuo escuchando aquel "echen las redes" que te debe mover al ejercito del apostolado. No tengas las redes recogidas e inactivas; las redes están hechas para lanzarse a la pesca y tú estás hecho para colaborar con Jesús, el divino Maestro, en el trabajo de la pesca de los hombres. Si en la vida de Jesús la gente "se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios", hay también se aglomerará a tu alrededor, si lo que le ofreces es la Palabra de Dios y no otra cosa. De ahí la importancia y necesidad de que tú oigas y medites la Palabra de Dios, para luego saberla transmitir; boga mar adentro y no te quedes en la orilla de tus comodidades y de tu inacción: navega mar adentro, métete entre los hombres y el Nombre de Jesús echa las redes y comienza a pescar.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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