lunes, 12 de mayo de 2014

Lunes de la cuarta semana de Pascua.

Juan 10,11-19.

"Yo soy el buen pastor."


La comparación del buen pastor es muy querida para los antiguos profetas, incluso porque algunos de ellos vivían en el ambiente pastoril. Jesús también usó el símil pastoril con frecuencia, pero aquí propone con claridad y amplitud su parábola del Buen Pastor.

Después de la solemne afirmación de que él es el Buen Pastor, afirma Jesús que "el buen pastor da su vida por las ovejas"; Jesús dio su vida por los suyos, por amor a los suyos, en obediencia a la misión del Padre, para que se forme un solo rebaño.

Jesucristo es el Buen Pastor de quien reciben la misión todos los que ejercen un cargo pastoral en la Iglesia. Es el Buen Pastor que conoce a sus ovejas y las apacienta con la verdad de su mensaje y de su gracia.

Los primeros cristianos gustaban de representar a Jesucristo bajo la figura del pastor, que lleva en su hombros a la oveja a la que ha ido a buscar lejos del redil. Tan sólo en las Catacumbas aparece ochenta y ocho veces esta figura. Es -como escribir un actor- la figura más popular y simpática y una de las más antiguas del primitivo arte cristiano.

¡Qué paz serena apoderarse de tu espíritu, al saber que, cuando pecaste, fue Jesús a buscarte y te trajo sobre sus hombros, para que siguieras perteneciendo al redil de su Iglesia!

"Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral."


Con estas palabras manifiesta Jesucristo la universalidad de su obra redentora; se refiere directamente el pueblo gentil, que también está llamado a integrar el gran redil de Jesús en su Iglesia.

Nadie puede desentenderse de la obra de las misiones. "Enviada por Dios a la gente para ser sacramento universal de la salvación, la Iglesia, por exigencia radical de su catolicidad, obediente al mandato de su Fundador, se esfuerza en anunciar el Evangelio a todos los hombres", han dicho el Concilio Vaticano II. Y prosigue:

"Las empresas concretas con las que los heraldos del Evangelio, enviados por la Iglesia, cumplan yendo por todo el mundo el deber de predicar el Evangelio e implantar la Iglesia entre los pueblos o grupos humanos que todavía no creen en Cristo, reciben comúnmente el nombre de "misiones", las cuales se llevan a cabo por medio de la actividad misionera y de ordinario se realiza en determinados territorios, señalados por la Santa Sede."

Vivencia.


La Iglesia es el rebano al que se refiere Jesús; en ella hay unidad de mensaje, unidad de vida, unidad de medios, unidad de autoridad. Los que pertenecemos a la Iglesia, podemos pensar con verdad que somos las ovejas del rebano de Jesús, Buen Pastor, y podemos esperar con confianza, fundada en las palabras y promesas de Jesús, que nos cuidará, nos alimentará con abundantes pastos espirituales, nos defenderá de los ataques del enemigo, nos ayudará en nuestros cansancios y nos hará descansar junto a Sí; es decir, que Jesús cumplirá con nosotros los oficios de Buen Pastor.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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