sábado, 19 de marzo de 2016

Sábado de la quinta semana Cuaresma

Sábado de la quinta semana Cuaresma. Juan 11, 45-56 "Es preferible que muera un solo hombre por el pueblo y no que aparezca la nación entera." Las

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Sábado de la quinta semana Cuaresma.

Juan 11, 45-56

"Es preferible que muera un solo hombre por el pueblo y no que aparezca la nación entera."

Las autoridades judías decidieron la muerte de Jesús; buscaban una y otra ocasión para llevar a cabo sus perversos designios. Pero Jesús es dueño de su fin, que vendrá solamente cuando llegue a su hora.

Jesús con su muerte congregará de todos los puntos cardinales al nuevo Israel, el nuevo Pueblo de Dios, salvándolo de la muerte de su perdición y llevándolo a la salvación de una nueva vida, la vida de Dios.

Esa es la eficacia de la muerte de Jesús en la cruz; esa muerte es para nosotros la verdadera Vida; muriendo Jesús en la cruz, triunfó de la muerte de todos nosotros.

No es de extrañar que desde entonces la vida surja de la cruz; de la cruz del dolor, del sacrificio, del vencimiento, de la humillación, de las persecuciones del hombre; por eso San Pablo exclamará: "Nosotros predicamos a un Cristo crucificado" (1 Cor 1, 23).

Humanamente la cruz aparecía como lo contrario a las aspiraciones tanto judías como griegos; fracaso en vez de manifestación gloriosa, necedad en vez de sabiduría. Pero en la fe la cruz aparece como algo que colma y supera a la muerte, porque es puerta de la Resurrección.

Solamente Jesús es nuestro Salvador; el libro del Apocalipsis se lo aclama con estas palabras: "La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios" (Ap 19,1).

Nosotros no podíamos salvarnos por nosotros mismos; estábamos irremisiblemente perdidos en nuestro pecado y por nuestro pecado; Jesús toma sobre sí nuestras culpas y asume la responsabilidad de las mismas; ellas cargaran sobre sus espaldas y lo harán caer en tierra y lo harán transpirar sangre en su oración del huerto de Getsemaní; ellas lo obligaran a extender sus brazos en la cruz, pero con su Pasión y su muerte nuestras culpas quedaran perdonados y podremos mirar de nuevo al cielo con plena confianza y llamar a Dios nuestro Padre y esperar la entrada en la felicidad de la gloria.

Vivencia:

Nunca llegaremos a comprender plenamente a Jesús nuestro salvador; nuestra gratitud hacia Él nos debe mover a hablarle de continuo por medio de la oración y a amarlo con todo nuestro corazón.

Jesús, mi Salvador, ¿qué hubiera sido de mí sin Ti? ¿Qué podría yo esperar ahora, si no te mirara a Ti y te viera con los brazos extendidos en la cruz, como esperándome para darme el dulce beso de la paz y el brazo de la reconciliación?

Si no fuera por Ti, por tu bondad para conmigo, caería en la más profunda desesperación al recuerdo de mis pecados; pero te miro a Ti y el corazón se me llena de confianza segura de mi salvación, pues ¿cómo podría ser que tu muerte hubiera sido ineficaz para mí?

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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jueves, 17 de marzo de 2016

Jueves de la quinta semana de Cuaresma

Jueves de la quinta semana de Cuaresma. Juan 8,51-59 "El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás." En este pasaje Jesús da testimonio de su divin

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Jueves de la quinta semana de Cuaresma.

Juan 8,51-59

"El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás."

En este pasaje Jesús da testimonio de su divinidad; afirma que Él ya existía ante de Abraham, cosa que los judíos no podían entender, ni aceptar.

Jesús se lo echa en cara y les dice que no lo recibieron porque no conocían al Padre y tampoco a Él, que ha sido enviado por el Padre.

Para guardar la Palabra de Dios, es preciso primero oír y aceptar esa Palabra salvadora. Es que es de Dios, oye la Palabra de Dios, se deja guiar por ella, sigue los impulsos de la gracia y de las mociones del Espíritu Santo.

San Gregorio nos invita a la reflexión y examen con estas palabras:
"Pregúntense cada uno si oye en su corazón la Palabra de Dios sabrá de dónde es. La verdad manda desear la patria celestial, suprimir los deseos de la carne, despreciar la gloria del mundo y no deseos de la carne, despreciar la gloria del mundo y no desear lo ajeno y dar lo propio. Considere cada igual si oye esta voz de Dios en su corazón, y conocerá por ello que es de Dios."

Jesucristo nos señala un camino para conseguir la vida eterna: guardar su Palabra. Para salvarnos -dice un autor- de poco nos servirán los bienes materiales o las cualidades que podamos tener. Con la muerte del cuerpo habremos de dejar todas las cosas de este mundo. Más allá del sepulcro no nos seguirán más que nuestras obras. Y estas son las que no salvarán o nos condenará por toda la eternidad.

Es decir: Jesús es indudablemente nuestro Redentor y Salvador; la fe en Él y el amor a Él es lo que nos salva; pero si esa fe y ese amor son reales y auténticos, exigirán de nosotros ineludiblemente obras de santidad, obras de salvación.

Todo lo que este mucho tiene por lo tanto una importancia secundaria y la relativa ya que, por mucho que dure, nuestra vida es nada comparación con la eternidad; por eso es una verdadera locura la salvación eterna por cualquier cosa de este mundo.

No sé si has llegado a captar la importancia decisiva y la influencia que debe tener la Palabra de Dios en tu vida.

Ella te apartará del peligro de caer en el error y te hará vivir en la verdad; ella te dejará del pecado y, por lo mismo, de la muerte espiritual, que es un afecto del pecado; ella iluminará tu vida, a fin de que veas en todo cuál es la voluntad de Dios por la cual puedes regir toda la vida; ella te dirá conduciendo poco a poco, pero firmemente, a la santidad y a la abundancia de gracia, que cambia todas las cosas y las orienta a Dios.

La Palabra de Dios, que es Vida, te hará vivir del espíritu; de todo esto se deduce la frecuencia con que debes leer la Palabra de Dios, la debes meditar con tranquilidad y sin apuro, y lo debes llevar a tus obras, pensamientos y sentimientos, a fin de llegar a hacerla vida de tu vida.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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domingo, 3 de enero de 2016

DOMINGO 03 DE ENERO DEL 2016 – EPIFANÍA DEL SEÑOR.

DOMINGO 03 DE ENERO DEL 2016 – EPIFANÍA DEL SEÑOR. Autor: P Juan Manuel Toro V. Fuente: www.mensajespanyvida.org SEPAN QUE EL REINO DE DIOS ESTÁ CE

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DOMINGO 03 DE ENERO DEL 2016 – EPIFANÍA DEL SEÑOR.

Autor: P Juan Manuel Toro V.
Fuente: www.mensajespanyvida.org

SEPAN QUE EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA

Primera Lectura Del profeta Isaías (60, 1-6)

Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora. Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará, y se ensanchará, cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.

Salmo Responsorial Salmo 71

Que te adoren, Señor, todos los pueblos.

Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente.

Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra.

Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones.

Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.

Segunda Lectura Del apóstol san Pablo a los Efesios (3, 2-3. 5-6)

Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes. Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas:
es decir, que por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo.

Evangelio Del santo Evangelio según san Mateo (2, 1-12)

Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo". Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel". Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo". Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

RESPLANDECE EL SEÑOR

Con los magos de oriente, hoy la Iglesia se regocija con la solemnidad de la EPIFANÍA DEL SEÑOR. Este término poco utilizado, significa "MANIFESTACIÓN", es decir, que celebramos una manifestación que hace Dios mismo de sí, en la pequeñez del niño Jesús, en Belén.

Es muy SIGNIFICATIVA la Estrella en esta manifestación: no fueron los magos quienes llegaron por sus propias fuerzas… "TUVIERON QUE SER GUIADOS" por la luz de una estrella para poder acceder a ese encuentro con Dios en una circunstancia no solo común, sino desprovista de cualquier esplendor… y eso que buscaban un rey.

La iniciativa siempre la tiene Dios… por eso se habla de que es Dios quien se tiene que revelar a sí mismo para que el hombre le conozca, y no precisamente por la inteligencia humana y las capacidades inmensas del hombre, es que se hace posible el conocimiento de Dios.

¿Dónde está tu estrella? ¿Qué luz es la que va delante de ti guiándote hasta donde Dios pueda hacerte una Epifanía en tu vida?

Bien decía el mismo Cristo, "YO SOY LA LUZ DEL MUNDO". Él es "el sol que nace de lo alto", como lo profetizará Zacarías. Lámpara es tu Palabra para mis paso, luz en mi camino, como dirá el salmista. Y hoy nos quedamos perplejos, porque esta realidad ya había sido profetizada por Isaías muchos siglos antes del nacimiento de Jesús, como lo atestigua la primera lectura: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora.

Jesús no solo es la estrella que guía, sino que es la manifestación divina. Jesús no solo es quien nos lleva al encuentro, sino que el encuentro es con él, y a través de él con el Dios invisible, que sin Cristo, nunca hubiéramos podido conocer… POR ESO ES EPIFANÍA.

También profetizó Isaías: Te inundará una multitud de camellos… Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro… , cosa que se cumplió con el Niño Jesús en Belén. Que bien nos puede significar esto, que la Epifanía de Dios produce en nosotros la capacidad de ofrecer, el encuentro con Dios abre nuestro corazón al ofertorio, a la alabanza, al agradecimiento de la universalidad de su manifestación a todos los hombres de la tierra.

Señor: como dice la canción: "tú sabes que soy pobre también, que no poseo más que un viejo zurrón", pero lo poco que tengo, te lo ofrezco".

Un abrazo
P Juan Manuel Toro V.

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