jueves, 31 de marzo de 2016

Jueves de la octava de Pascua

Jueves de la octava de Pascua. Lucas 24,35-48. "La paz esté con ustedes" Jesús ya resucitado se manifiesta a sus discípulos y los saludad con aquel

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Jueves de la octava de Pascua.

Lucas 24,35-48.

"La paz esté con ustedes"

Jesús ya resucitado se manifiesta a sus discípulos y los saludad con aquellas palabras que emplearía en todas las demás oportunidades en las que apareciera: "La paz esté con ustedes", y que la liturgia de la Iglesia pone en boca del sacerdote, que los emplea también como saludo y como despedida de la asamblea eclesial.

Los corazones de los apóstoles no son capaces de resistir tanta alegría ante la presencia del Maestro glorificado; por eso el evangelista deja constancia de esa relación de los apóstoles diciendo: "Era tal la alegría y la admiración que se resistían a creer".

Jesús es condescendiente y trata de ayudar a los incrédulos, mostrándoles sus manos y sus pies y aun comiendo con ellos; así los apóstoles se transforman y Jesús les hace entrega de sus poderes.

Doquiera que tú vayas, has de llevar la paz, ofrecer paz; pero no podrás hacerlo si tú no vives en paz y vives en paz.
"Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios" (Mt 5,9).

"Ustedes son testigos de todo esto."

Jesús vive hoy presente en medio de nosotros; nuestro único quehacer es tener el corazón abierto a la gracia.

Jesús quiere confirmar a sus apóstoles, para que ellos, a su vez, confirmen a los demás en la fe y por eso los envía al mundo como testigos de su resurrección.

Los apóstoles son testigos de la predicación de Cristo y de que en Él se cumplieron todas las profecías. Los apóstoles recibieron como testigos la misión de predicar y mantener la verdad de su mensaje y su misión y por cierto que supieron ser testigos fieles, ya que todos ellos dieron su vida en testimonio de la verdad que predicaron. Los que ejercemos algún apostolado en la Iglesia hemos de ser también testigos de la verdad que predicamos y la santidad de nuestra fe y hemos de ser testigos con el testimonio de nuestra muerte, si el Señor nos la exigiera en testimonio de la verdad.

La primera realidad de que la tienen que ser testigos los apóstoles el hecho histórico de la resurrección de Jesús, de la supervivencia de Jesús a través de los tiempos y de los lugares ; Jesús vive en cada uno de los cristianos y por medio de ellos actúa en el mundo y lo salva.

Vivencia:

Los apóstoles la vida por Jesús y eso fue su mejor testimonio, quizá tú no estés llamado a un martirio de sangre semejante al de los apóstoles; pero ciertamente estás llamado a entregar tu vida por el Evangelio, entregando tus fuerzas, tu tiempo disponible, tu cansancio y tu descanso, tus preocupaciones y acciones apostólicas por la difusión del Evangelio.
Eso es ser testigos de Jesús y de sus cosas, de su Evangelio y de sus intereses, que son los intereses de Jesús, y a dar ese testimonio eres llamado como verdadero apóstol de Señor resucitado.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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martes, 29 de marzo de 2016

Martes de la octava de Pascua

Martes de la octava de Pascua. Juan 20, 11-18 "Mujer, ¿por qué lloras?" Jesús ha resucitado, pero antes de volver definitivamente al Padre, quiso a

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Martes de la octava de Pascua.

Juan 20, 11-18

"Mujer, ¿por qué lloras?"

Jesús ha resucitado, pero antes de volver definitivamente al Padre, quiso aparecerse repetidamente a los suyos y departir con ellos, para afirmarlos en la seguridad de su resurrección.

Y primeramente se quiso aparecer a María de Magdalena, que había pasado mucho tiempo "junto al sepulcro, fuera, llorando".

Es que ordinariamente los consuelos que Dios da a las personas espirituales no se consiguen sino después de la purificación propia, llorando los propios pecados, aceptando voluntariamente los sinsabores del sufrimiento por amor a Dios.

María de Magdalena estuvo llorando junto al sepulcro por la muerte de Jesús, por aquella separación de su Señor, que a ella se le ocurría debería de ser definitiva.

Pero María estaba en un error y así primeramente los ángeles le llamaban la atención sobre su llanto: "Mujer, por qué lloras?" , no tienes motivo, pues el que había sido sepultado aquí ya no está en el sepulcro sino que ha resucitado; no hay, pues, motivos para el llanto, si no para la alegría.

Luego el mismo Jesús se le aparece y le pregunta también: ¿por qué lloras?", no me has perdido, aquí estoy.

No está mal que llores por tus pecados, porque con ellos perdiste a Jesús; pero si ya te has arrepentido sinceramente y los has confesado con dolor, y has recuperado la gracia, la amistad de Jesús; ¿por qué entonces seguir con tus lágrimas?

Subo a mi Padre, el Padre de ustedes, a mi Dios, el Dios de ustedes."

María de Magdalena recibe del Señor Jesús la misión de ir a comunicar a los apóstoles la resurrección de Jesús; por eso la llaman los Santos Padre "el apóstol de los apóstoles".

Es que Dios tiene determinado que los hombres se salven los unos a los otros.

Piensa si Dios no te dará en algunas oportunidades la misión de ser apóstol para los mismos apóstoles del Señor.

Jesús nos recuerda que su Padre es también nuestro Padre, su Dios es nuestro Hermano, o como dice San pablo: "A los que Dios conoció de antemano, los predestino a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos" (ROM 8,29).

Jesús " es la imagen de dios invisible, el primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas.....todo fue creado por medio de él y para él" (Col 1,15- 16)

Si Jesús es tu Hermano mayor, acostúmbrate a tenerle confianza y a tratarlo con sencillez, aunque no debes perder de visita que es también el Hijo de Dios.

Vivencia.

Tu oración en algunas oportunidades ha de ser oración comunicación, de arrepentimiento, de llanto por sus pecados; especialmente cuando te preparas para recibir el sacramento de la Penitencia.
De esta manera merecerás ser consolado por el mismo Jesús, quien al ofrecerte el perdón que te dirá como María de Magdalena: "¿Por qué lloras " Y la consolación recibida del Corazón bondadosísimo de Jesús colmará tu corazón de paz y de alegría pascual.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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Miércoles de la octava semana

Miércoles de la octava semana. Lucas 24, 13-35. "Algo impedía que sus ojos lo reconocieran." La estampa evangélica de los discípulos de Emaús nos p

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Miércoles de la octava semana.

Lucas 24, 13-35.

"Algo impedía que sus ojos lo reconocieran."

La estampa evangélica de los discípulos de Emaús nos presenta a estos discípulos ya desalentados y desesperados; para ellos Jesús ya ha muerto y con su muerte todo ha acabado; ellos ya se van.

La tristeza les impide hacer caso a lo que contaban las mujeres y aun algunos de los discípulos sobre el sepulcro vacío; ellos tenían su propia imagen del Mesías, que no encuadraban en marco de los hechos que ellos presenciaban: "Llevamos ya tres días desde que esto paso".

Los discípulos de Jesús se sintieron subyugados por la palabra y la compañía de Jesús, por eso cuando llegan al final de la jornada le ruegan con insistencia que se quede en su compañía: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba."

También nosotros nos hallamos en parecidas circunstancias y tenemos que rezarle al Señor Jesús: "Señor, quédate con nosotros, porque sin Ti es noche cerrada para el alma, porque tú eres su luz, su alegría y su consuelo."

Ellos contaron.......... cómo lo habían reconocido al partir el pan."

Aquellos discípulos de Emaús conocieron a Jesús en la fracción del pan. Ellos eran unos prófugos; la conversión que habían tenido con Jesús encendió sus corazones y les despertó la confianza.

Jesús se dio a conocer en la Eucaristía; es que allí es donde Jesús se encuentra y allí Jesús habla al corazón y lo colma con su gracia.

Junto a Jesús en la Eucaristía se siente uno feliz, porque él llena todos nuestros deseos; estar con Cristo es la mejor manera de encontrarlo pero no se puede tener prisa, pues el trato con Jesús reclama todo nuestra atención.

¿Estás acostumbrado al trato íntimo con Jesús?

Cuando uno ha experimentado el trato con Jesucristo, necesita encontrarse frecuentemente con él; cuando Jesús se queda, las cosas se ven y se viven de otra manera.

¿Deseas sinceramente que Jesús se quede contigo para siempre? ¿Qué haces para que así sucedan?

Jesús se nos acerca muchas veces en la vida bajo distintas formas: una enfermedad, un fracaso, un éxito, una alegría, un percance y muchas otras circunstancias de nuestra vida diaria son apariencias bajo las cuales se cubre el Señor; pero nosotros no lo conocemos.

Les falta luz a nuestros ojos para descubrir a Jesús bajo esas apariencias; si tuviéramos un poco más de fe, si supiéramos jugar todas las cosas con un criterio más sobrenatural, se abrirán nuestros ojos y veríamos a Dios en todas esas cosas, veríamos la mano de Dios en todo, nos sentiríamos seguros de su protección .

Procuremos nosotros no merecer el reproche de necios y tardos de corazón.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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