lunes, 4 de abril de 2016

Martes de la primera semana

Martes de la primera semana. Marcos 1,21-28 "Enseñaba como quien tiene autoridad." La fuerza de Cristo arranca de su Palabra y de sus obras. Él ven

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Martes de la primera semana.

Marcos 1,21-28

"Enseñaba como quien tiene autoridad."

La fuerza de Cristo arranca de su Palabra y de sus obras. Él vence el mal y en esa lucha su arma fue la cruz y su victoria fue su muerte.

El evangelio deja constancia de que Jesús hizo lo que enseño y por eso el Libro de los Hechos dice: "Lo que Jesús hizo y enseño" (Hech 1,1). Él nada pide a sus discípulos que no haya probado Él primeramente, ninguna cruz que Él no haya llevado, ninguna muerte que Él no haya gustado. Esto debe ser para ti motivo de aliento; no tienes más que seguir las pisadas de Jesús, poner tu pie en la huella que dejaron los suyos al precederte en tu camino al Padre.

Cuando sientas las molestias o el cansancio, levanta tu vista y clávala en Jesús.

Él tiene poder del Padre y con ese poder divino domina todas las cosas, y el mundo queda sujeto:

"Todo lo sometiste debajo de tus pies. Si Dios le ha sometido todas las cosas, nada han quedado fuera de su dominio" (Heb 2,8).

Jesucristo emplea este poder y esta autoridad, no para subyugarnos, sino para comunicarnos el amor del Padre y liberarnos de poder del enemigo Satanás, que trata de ahogar en nosotros todo lo que nos puede llevar al Padre.

"Comenzó a enseñar.... como quien tiene autoridad."

Para hablar con autoridad no basta lo que se dice; es preciso vivir en conformidad con lo que se predica.

Es imposible hablar de una cosa con calor, sino se vive lo que se dice.

Tú has de sentir y vivir lo que predicas, así como has de predicar lo que vives; si hablas a los demás de la fe, la has de vivir en plenitud para poderla comunicar; si hablas de Jesucristo, no debes contentarte con tenerte como discípulo suyo, sino has de ser de Jesucristo tu Modelo y de su Evangelio la norma de tu conducta.

Por mucha que sea nuestra elocuencia, si no hablamos con la autoridad que dé nuestra propia vida, no llegaremos a convencer a nadie.

Dice el Evangelio, de los que escuchan a Jesús: "Todos estaban asombrados de su enseñanza".

Como profeta de Jesucristo no debes buscar tu mensaje, sino que debes transmitir el mensaje de Jesús; ese mensaje es el amor, y si tú predicas con autoridad, es decir porque vives el amor, tú mismo quedarás admirado de la impresión que producirá tu predicación.

Por algo Pablo VI afirmó que el mundo de hoy cree más a los testigos que a los maestros y acepta a éstos sólo cuando previamente se han mostrado como testigos.

Vivencia.

Jesús tiene autoridad incluso para expulsar a los demonios, que temen su presencia, pero se ven obligados a acatar sus ordenes. No temas la obra del demonio en ti, mientras no te apartes de Jesús; quien está con Jesús, no tiene por qué temer a nada ni a nadie; ni las mismas sugestiones malignas del demonio podrán dañarlo. El mismo demonio tuvo que confesar que Jesús era "el Santo de Dios" y nada pudo contra Él; nada podrá contra ti el maligno, mientras vivas una vida de santidad y de gracia, porque tú también estás llamado a ser el santo de Dios, sí no en la dimensión mesiánica de Jesús, si en la dimensión profética de todo discípulo de Jesús.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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Lunes de la octava de Pascua

Lunes de la octava de Pascua. Mateo 28, 8-15 Ellos corrieron a dar la noticia a los discípulos." Dos cosas no trae el Evangelio de hoy: La aparició

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Lunes de la octava de Pascua.

Mateo 28, 8-15

Ellos corrieron a dar la noticia a los discípulos."

Dos cosas no trae el Evangelio de hoy: La aparición de Jesús resucitado a las piadosas mujeres el el soborno de los soldados por parte de las autoridades de los judíos.

La aparición de las mujeres la reciben en orden a la misión que deben transmitir a los apóstoles, que habrán de ser los verdaderos testigos de la resurrección.

Debes mirarte a ti mismo en aquellas piadosas mujeres; también a ti en un momento determinado se te apareció Jesucristo, tuviste con él un encuentro o una experiencia religiosa vivida con profundidad; Jesucristo se te mostró como es: el salvador del mundo, el Hermano mayor a los hombres a quienes ama entrañablemente, y con ello tu corazón se llenó de gozo inmenso.

Pero Jesús no se te mostró para que tu sólo gozaras de su presencia, sino para que luego fueras y divulgaras y dieras a conocer aquella tu experiencia religiosa a los demás hombres con quienes vives, con quien trabajas, con los que de una u otra forma te relacionas.

Las piadosas mujeres "corrieron" a dar la noticia a sus discípulos. No sé si se puede afirmar lo mismo de ti, ¿has corrido, te has apresurado con una santa impaciencia por comunicar a los demás lo que tu viste?

"Llenas de alegría."

Las piadosas mujeres salen del sepulcro llenas de temor por los hechos extraordinarios que han presenciado y llenas de gozo a la vez por la noticia que han oído y por eso corren a dar la el mensaje a los apóstoles; esta diligencia y fidelidad mereció que Jesús se les apareciera y las llenara de mayor gozo aún.

Es que Jesús nunca se deja vencer en generosidad y ademas del premio de la otra vida, con frecuencia concede consuelos y alegrías espirituales.

Es una característica del mensaje del cristiano: Que debe proclamarse con una incontenible alegría, con exultación y gozo contagiables.

No faltan casos en los que se vive y se presenta el evangelio en un ambiente de abatimiento y tristeza; la resurrección del Señor Jesús no se debe mover a manifestar el gozo y la incontenible alegría con que el cristiano ha de vivir la seguridad de su salvación.

Los Ángeles Cantaron en el nacimiento de Jesús y lo acompañaron jubilosos en la victoria de su resurrección; el cristiano debe transmitir un mensaje profético lleno de optimismo.

Vivencia.

Nadie como el cristiano tiene tantos motivos para una vida alegre; si debe ser un testimonio del evangelio, ha de ser un testimonio feliz y entusiasta por la convicción de que está en la verdad y por la seguridad de que, pese a las cruces y padecimientos de la vida, el final siempre inexorable serán las alegrías victoriosas de la Pascua.
Por eso toda la vida del cristiano ha de estar impregna de las realidades pascuales.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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sábado, 2 de abril de 2016

Sábado de la octava de Pascua

Sábado de la octava de Pascua. Marcos 16, 9-15 "Les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes habían visto resucit

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Sábado de la octava de Pascua.

Marcos 16, 9-15

"Les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes habían visto resucitado."

De nuevo se nos presenta a nuestra reflexión las apariciones de Jesús resucitado a sus apóstoles.

Aquí es San Marcos en que en un breve párrafo da cuenta sin mayores detalles de las aspiraciones de Jesús primero a Maria Magdalena, luego a los dos discípulos que iban camino a Emaús y finalmente a los once discípulos, echándoles en cara su incredulidad.

Dios permitió que los apóstoles fueran difíciles para crecer, con el fin de asegurar con mayor firmeza que su aceptación de la resurrección de Jesús no era fruto de autosugestión, sino fruto del convencimiento real, probado con sucesivos hechos.

La de los apóstoles se basa en la experiencia directa y en una renovación de la convivencia con el Señor. Así quedan constituidos en testigos y reciben el mensaje del Resucitado, para llevarlo por todo el mundo.

Tu fe ha de fundamentarse en la convivencia con Jesús. "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio" (Pablo VI).

"Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia."

Este es el gran mandato, la gran misión de Jesús a la que la Iglesia deberá ser fiel hasta el final de los tiempos.

Esta es "un tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgente. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la Santa Misa, memorial se su muerte y resurrección gloriosa" (Pablo VI).

La Iglesia debe cumplir su misión de evangelizar a los pueblos, pero cumplirá a través de todos los que formamos la Iglesia; cobra, pues, conciencia de que la Iglesia evangelizará tanto como tú lo hagas.

Ciertamente en la medida que te sea posible, con los medios y en el ambiente que te sea asequible, pero deberás evangelizar, proclamando el Mensaje de salvación; no seas remiso, ni perezoso, ni tímido, ni excesivamente "prudente"; predica el Evangelio: "Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo..." (2 de Tim 4,2).

Vivencia:

Las tentaciones del apóstol, que pueden afectar y aun llegar a anular su labor apostólica, pueden ser la dificultad en convencerse a sí mismo de la verdad de su anuncio profético.

En vano gritará y proclamará y sus palabras anunciarían la salvación, si él no está intimadamente convencido de lo que predica.

Las fuertes y sus acusadoras palabras del Señor dirigidas en repetidas ocasiones a sus discípulos: "Insensatos y duros de corazón", tienen que estimular también a sus apóstoles de hoy.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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