lunes, 31 de agosto de 2015

Lunes de la vigésima segunda semana*

Lunes de la vigésima segunda semana. Lucas 4,16-30 "El Espíritu del Señor está sobre mí; porque me ha consagrado por la unción..." Tú también debes

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Lunes de la vigésima segunda semana.

Lucas 4,16-30

"El Espíritu del Señor está sobre mí; porque me ha consagrado por la unción..."

Tú también debes obrar siempre y en todo momento impulsado por la mociones del Espíritu Santo y has de invocar al divino Espíritu de un modo explicito; cuando hagas movido por el Espíritu Santo, o prefieres, cuando el Espíritu Santo obre ti, será beneficioso para ti para la Iglesia.

Santa Teresita del Niño Jesús, que tanto sabia de la acción del Espíritu Santo, exclamó quejosamente en cierta ocasión: "¡Qué cosa tan maravillosa haría Dios en las almas, si las almas se dejaran hacer!"

Deja que el Espíritu Santo obre sobre ti, descienda sobre ti y actué por ti para lo que Él quiera, aunque en algunas cosas y en algunos casos no siempre lo que el Espíritu Santo quiere de ti y en ti, conceda con lo que tú quieras de ti y en ti. Olvídate de ti mismo y entrégate plenamente al Espíritu.

Jesús recibe al Espíritu que lo mueve a "llevar la Buena Noticia a los pobres, anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos."

Piensa que Dios también te ha ungido a ti; tú eres el Cristo de hoy, el Cristo de aquí, el Cristo para los hombres de hoy; tú estás ungido para estos hombres de hoy; tú estás ungido para estos hombres de hoy y de aquí, a quienes debes transmitir la liberación y la resurrección.

Para todo esto te ha ungido el Señor y cuando realices todo eso, debes sentir sobre ti al Espíritu Santo, actuando en ti y actuando a través de ti; por eso te decía que debes ponerte a disposición del Espíritu como dócil instrumento, para que en ti y por ti realice el Espíritu su obra salvadora y santificadora.

No temas, pues, sentirte el ungido del Señor, pero obra en todo como lo que eres.

"Todos daban testimonio a favor de É y estaba llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca."

Los asistentes de la sinagoga escucharon el comentario que Jesús mismo hizo el texto tomado del texto Isaías, aplicándoselos sí mimo; escucharon la Palabra de Dios, las enseñanzas de Jesús y todos quedaron cautivos y entusiasmados.

Es la eficacia de la Palabra de Dios, cuando cae en corazones sencillos y dóciles; es la primera condición, la primera obligación que tenemos respecto de la Palabra de Dios; escucharla, abrirle el corazón, recibirla, meditarla y profundizarla.

Pero en todos modos el Señor Jesús llama dichosos y felices, no a los que solamente escuchan la Palabra de Dios, sino a los que la escuchan y la cumplen: "Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan" (Lc 11,28).

La gente sencilla que escucha a Jesús no se contentó con escucharlo, sino que luego "todos daban testimonio a favor de Él".

He aquí lo que tú debes hacer: debes dar testimonio de Jesucristo con tus obras, con tu vida; tú debes ser testimonio viviente del Señor, ya que tú eres ahora el que escucha la Palabra de Dios.

Además de dar testimonio, la gente sencilla "estaba llena de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca."

No dejes tú también de admírate y de regocijarte en lo intimo de tu corazón de lo que lees que dijo Jesús; las palabras del Señor que ahora tú lees en ele Evangelio, sin las mismas palabras que golpearon los oídos y el corazón de los que escucharon al Señor; ¿Cómo no reconocer, pues, que esas palabras y esa doctrina, aumenta la gracia y mueven a transmitir la gracia.

Vivencia.

De la boca de Jesús salían "palabras de gracia"; también debes salir de la tuya palabras saturadas de gracia, palabras de comprensión, palabras de fe y de amor; ahora eres tú el que tiene que hablar; Jesucristo te ha cedido el lugar, ocupas tú su puesto y compartes su misión. El mundo de hoy espera oír de ti "palabras de gracia", llenas de luz para un mundo que está caminado a oscuras, llenas de paz para un mundo desgarrado por la guerra, llenas de generosidad para un mundo devastado por el egoísmo.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

Los libros de esta colección puedes comprarlos haciendo clic aquí:
www.editorialclaretiana.com.ar

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domingo, 30 de agosto de 2015

Lunes de la vigésima segunda semana

Lunes de la vigésima segunda semana. Lucas 4,16-30 "El Espíritu del Señor está sobre mí; porque me ha consagrado por la unción..." Tú también debes

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Lunes de la vigésima segunda semana.

Lucas 4,16-30

"El Espíritu del Señor está sobre mí; porque me ha consagrado por la unción..."

Tú también debes obrar siempre y en todo momento impulsado por la mociones del Espíritu Santo y has de invocar al divino Espíritu de un modo explicito; cuando hagas movido por el Espíritu Santo, o prefieres, cuando el Espíritu Santo obre ti, será beneficioso para ti para la Iglesia.

Santa Teresita del Niño Jesús, que tanto sabia de la acción del Espíritu Santo, exclamó quejosamente en cierta ocasión: "¡Qué cosa tan maravillosa haría Dios en las almas, si las almas se dejaran hacer!"

Deja que el Espíritu Santo obre sobre ti, descienda sobre ti y actué por ti para lo que Él quiera, aunque en algunas cosas y en algunos casos no siempre lo que el Espíritu Santo quiere de ti y en ti, conceda con lo que tú quieras de ti y en ti. Olvídate de ti mismo y entrégate plenamente al Espíritu.

Jesús recibe al Espíritu que lo mueve a "llevar la Buena Noticia a los pobres, anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos."

Piensa que Dios también te ha ungido a ti; tú eres el Cristo de hoy, el Cristo de aquí, el Cristo para los hombres de hoy; tú estás ungido para estos hombres de hoy; tú estás ungido para estos hombres de hoy y de aquí, a quienes debes transmitir la liberación y la resurrección.

Para todo esto te ha ungido el Señor y cuando realices todo eso, debes sentir sobre ti al Espíritu Santo, actuando en ti y actuando a través de ti; por eso te decía que debes ponerte a disposición del Espíritu como dócil instrumento, para que en ti y por ti realice el Espíritu su obra salvadora y santificadora.

No temas, pues, sentirte el ungido del Señor, pero obra en todo como lo que eres.

"Todos daban testimonio a favor de É y estaba llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca."

Los asistentes de la sinagoga escucharon el comentario que Jesús mismo hizo el texto tomado del texto Isaías, aplicándoselos sí mimo; escucharon la Palabra de Dios, las enseñanzas de Jesús y todos quedaron cautivos y entusiasmados.

Es la eficacia de la Palabra de Dios, cuando cae en corazones sencillos y dóciles; es la primera condición, la primera obligación que tenemos respecto de la Palabra de Dios; escucharla, abrirle el corazón, recibirla, meditarla y profundizarla.

Pero en todos modos el Señor Jesús llama dichosos y felices, no a los que solamente escuchan la Palabra de Dios, sino a los que la escuchan y la cumplen: "Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan" (Lc 11,28).

La gente sencilla que escucha a Jesús no se contentó con escucharlo, sino que luego "todos daban testimonio a favor de Él".

He aquí lo que tú debes hacer: debes dar testimonio de Jesucristo con tus obras, con tu vida; tú debes ser testimonio viviente del Señor, ya que tú eres ahora el que escucha la Palabra de Dios.

Además de dar testimonio, la gente sencilla "estaba llena de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca."

No dejes tú también de admírate y de regocijarte en lo intimo de tu corazón de lo que lees que dijo Jesús; las palabras del Señor que ahora tú lees en ele Evangelio, sin las mismas palabras que golpearon los oídos y el corazón de los que escucharon al Señor; ¿Cómo no reconocer, pues, que esas palabras y esa doctrina, aumenta la gracia y mueven a transmitir la gracia.

Vivencia.

De la boca de Jesús salían "palabras de gracia"; también debes salir de la tuya palabras saturadas de gracia, palabras de comprensión, palabras de fe y de amor; ahora eres tú el que tiene que hablar; Jesucristo te ha cedido el lugar, ocupas tú su puesto y compartes su misión. El mundo de hoy espera oír de ti "palabras de gracia", llenas de luz para un mundo que está caminado a oscuras, llenas de paz para un mundo desgarrado por la guerra, llenas de generosidad para un mundo devastado por el egoísmo.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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viernes, 28 de agosto de 2015

Viernes de la vigésima primera semana

Viernes de la vigésima primera semana. Mateo 25, 1-13 "Salgan a su encuentro...." Aquel grito de alerta: "¡Que viene el Señor!", debe resonar de co

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Viernes de la vigésima primera semana.

Mateo 25, 1-13

"Salgan a su encuentro...."

Aquel grito de alerta: "¡Que viene el Señor!", debe resonar de continuo en tus oídos y en tu corazón y ese grito debe hacerte poner en acción, para prepararte en su venida

A veces viene el Señor en una humillación que Él nos permite y que tiene la virtud de despojarnos a nosotros mismos, para dar lugar al Señor que quiere venir.

Una duda que en determinado momento atenazó nuestro espíritu, puede tener la virtud de excitarnos íntimamente, para estimular la actividad de nuestro corazón.

Una tentación y aun una caída puede obrar en nosotros como despertador que levante nuestro corazón al Señor y lo ponga en tensión hacia Él.

Viene el Señor y las almas santas salen a su encuentro, poniéndose a su disposición con aquel "¡hágase!" que pronunció la más Santa de todos los santos. Con ese "¡hágase!" los santos se vaciaron de sí mimos, despojándose de cuanto eran ellos, para dar lugar al Espíritu Santo, a sus inspiraciones, a sus impulsos, a sus dones y a sus gracias.

Hay que vaciarse de sí mismo para llegar a la plenitud de Jesucristo en nosotros; hay que humillarse en lo más profundo de la propia humillación, para poder llegar hasta la altura de Dios Trino: Padre, Hijo y espíritu Santo.

Viene el Señor y que salir a sus encuentro con las lámparas arregladas, en las que abunde el aceite de la fe, que pueda dar una luz suficiente, para saber descubrir a Dios en todo momento.

Las lámparas de esta parábola son estrictamente metafóricas para significar la recta conducta que el cristiano debe siempre observar. Así también las vírgenes prudentes son los cristianos inconsecuentes en su vida con los principios que sostiene en su mente.

El aceite, también metafórico, nos está recordando las buenas obras necesarias para mantener encendida la lámpara de nuestra fe, y el sueno que se apoderó de las diez vírgenes simboliza la tibieza espiritual de los cristianos.

Sal al encuentro del Señor y el Señor saldrá a tu encuentro; siempre el Señor el que toma la delantera y la iniciativa y por eso siempre es suyo el merito. Él siempre nos busca, nos llama, nos sigue requiriendo nuestra respuesta y ofreciéndonos a su amor.

Acepta, pues, el amor que Dios te ofrece, responde a su llamamiento, porque Dios quiere obrar en ti, pero también quiere obrar contigo.

"Les aseguro que no los conozco."

Ciertamente hay ya señalado un día y una hora, es decir, un preciso momento en que deberás presentarte delante de Señor; tú lo ignoras, no lo conoces, no lo sospechas, quizás ni piensas en él; pero ese momento se va acercando inexorablemente en ti; no porque tú lo olvides, ese momento deja de acercarse a ti; como también por más que tú te olvides de Dios, no se te ocurra pensar que Dios se olvida de ti.

Si quieres que ese momento no te sorprenda sin estar debidamente preparado, espéralo tú viviendo en la practica constante de las buenas obras; vive siempre pensando en Dios, haciendo las cosas por Dios, no sea que Dios te desconozca; Él dice que lo que no se hace por Él, queda desconocido por Él; no busques que las criaturas, sean ellas cuales fueren, te recompenses lo que hagas por ellas; si lo haces por ellas, indudablemente son ellas las que te lo tienen que retribuir; pero las cosas que las haces por Dios, a Él le corresponde darte la recompensa.

Qué pena grande debe ser realizar las obras buenas sin pode esperar recompensa alguna; qué pena que después de una vida de esfuerzos y sacrificios se tenga que escuchar aquella palabra del Evangelio" "Les aseguro que no los conozco."

Vivencia.

Tu vida solamente ha de ser una lámpara encendida que brille con la luz de la fe, para que esa luz esté siempre luminosa, siempre lucida; será preciso que poseas y almacenes una buena cantidad de aceite de la piedad. Solamente con la vida de la piedad de la fe estará siempre brillante y lucirá vigorosa, de tal surte que sea fe ilumine todas tus obras, que así serán hechas en Dios y por Dios. No has de temer la vendida de Dios; has de temer el hecho de que el Señor pueda sorprenderte no debidamente preparado; por eso que el Señor pueda sorprenderte no debidamente; por eso es que debes de vivir constantemente preparado a fin de que en ti se cumpla la acción de las vírgenes prudentes: entra en el banquete de las bodas del Reino.

Fuente: El evangelio meditado por Alfonso Milagro, Editorial Claretiana.

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